La espera ha concluido. Tras un breve periodo de respiro, una pretemporada intensa y una toma de contacto con las pistas, es el turno del Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada. Melbourne siempre cuenta con el aliciente de la incertidumbre, más este año, después de que los grandes candidatos aterricen sin apenas rodaje debido a sus problemas físicos. Sólo una figura emerge por encima del resto, un ser cuyo tenis niega lo que dicta su edad: Roger Federer. El suizo, que hace un par de años no entraba en las quinielas de ningún ‘major’ es el rival a batir por todo el circuito.
Primero Nishikori y después Murray. Ambos son las bajas más sensibles de la primera gran cita, el primero por problemas en su muñeca y el segundo por una operación de muñeca que le mantendrá alejado al menos hasta la gira de hierba. Más allá de ellos, se congrega otro puñado de favoritos, englobados en una lista bajo un interrogante, el estado físico en el que se encuentran. Wawrinka, vencedor en 2014, ha reconocido que está listo para competir, aunque sin apenas probarse tendrá complicado repetir su hazaña.
Nadal y Djokovic, las más serias alternativas al suizo, han seguido un guión similar en este arranque de año. Ambos se bajaron de la exhibición de Abu Dhabi y, posteriormente de Doha. La única toma de contacto en las pistas se ha producido en el Tie Break Tens, una exhibición organizada en Melbourne, donde eso sí, desembarcaron con tiempo para ejercitarse. Ninguno logró disipar muchas dudas. El español, que llegaba tras una derrota en otro ‘pasatiempo’ ante Gasquet, firmó la final, donde cedió ante Berdych. Djokovic, tras más de medio año en el dique seco, venció a Thiem pero cayó ante el ya retirado Hewitt.
El suizo, a sus 36 años, ya demostró que sabe cómo manejar el calendario para evitar inoportunos contratiempos, como los que castigaron a casi todo el Top Ten en 2017. Apenas perdió un puñado de partidos y sumó dos ‘majors’ a sus vitrinas. El suizo es consciente de que es el momento idóneo para ampliar los trofeos de sus vitrinas, y parece preparado para ello. De la mano de Bencic conquistó la Copa Hopman en la primera semana de competición. Las señas de identidad desveladas el pasado curso permanecen intactas. Negado a retroceder, toma la iniciativa y acelera tanto de derecha como revés, siempre con un rápido juego de piernas.
La prematura llegada del Abierto de Australia abre un abanico de opciones a los más jóvenes, que se presentan como otra amenaza real para Federer. Zverev, que apenas defiende puntos tras su mal hacer el pasado curso, tiene como asignatura pendiente los 'majors', y qué mejor escenario que este para cumplir sus amenazas. Kyrgios, con un horizonte viable, puede mantener la buena línea de esta temporada, donde ya ha cosechado el título en Brisbane, y explotar de manera definitiva ese talento que ha dejado vislumbrar por momentos a lo largo de su trayectoria.
Sea como fuere, el favorito indiscutible de esta edición no es otro que Roger Federer, pese a que él, excusado en su edad, haya negado esa condición en rueda de prensa. El suizo, que el año pasado vivió en Melbourne uno de los mejores capitulos de su trayectoria deportiva, espera asestar otro golpe a la historia y sumar su vigésimo Grand Slam.
Alberto Puente