sábado, noviembre 23, 2024
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Muere Encarna Hernández, pionera del baloncesto femenino

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Ángela Merino
Ángela Merino
Periodista y comunicadora. | [email protected]

Encarna Hernández, también conocida como La Niña del Gancho, falleció ayer lunes a los 105 años. La murciana, que residía en Barcelona, ha sido una de las referentes del baloncesto femenino por su entrega, compromiso y dedicación con el deporte en una época que no se lo ponía nada fácil a las mujeres.

Fue una de las primeras mujeres en jugar al baloncesto de manera profesional, pero también fue entrenadora y árbitra. Su trayectoria no se puede medir por medallas, copas o por un amplio palmarés, pues por aquel entonces ni siquiera había ligas femeninas de baloncesto. Sin embargo, siempre la recordaremos por defender el baloncesto y los derechos de las mujeres durante el franquismo.

Es más, en 2020 recibió la Medalla de Oro al Mérito Deportivo por parte del Consejo Superior de Deportes. Y también ha sido galardonada con el Premio a la Trayectoria Deportiva del Gobierno de Murcia, además de haber recibido numerosos homenajes por ser una figura muy importante.

La trayectoria de Encarna Hernández

Para hablar de los primeros pasos en el baloncesto de Encarna tenemos que remontarnos al siglo pasado. Hernández nació en Lorca en 1917, pero con solo ocho años se mudó a Barcelona con sus padres y sus 11 hermanos. Desde el balcón de su nuevo hogar veía como un grupo de chicos —uno de ellos terminó siendo su marido— colocaban canastas y una valla en una pista del barrio. Apasionada del deporte, aquello le llamó la atención y se atrevió a probarlo.

Siempre recibió el apoyo de su padre, pues por aquel entonces las mujeres debían tener el consentimiento paterno o de su marido para poder realizar prácticamente cualquier cosa. «Era moderno y liberal, consentía que yo jugase porque quería ser deportista», reconoció Encarna hace unos años. Antes del baloncesto había montado en bicicleta, en patines, había probado la natación y la gimnasia rítimica, pero nada de eso era para ella.

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Encarna Hernández en el documental ‘La Niña del Gancho’ | Fuente: RTVE

Siempre ha considerado que «el deporte es vida y salud». Por eso, días después de ver a aquellos chavales jugar al baloncesto en su barrio decidió apuntarse a clases junto a unas amigas y a una de sus hermanas. Encarna nunca destacó precisamente por su altura —1,54 metros—, pero sí que era bastante ingeniosa y los ganchos eran su especialidad.

«Me llamaban La Niña del Gancho porque los hacía con mucha elegancia y no fallaba casi ninguno. No lo hacía de cualquier manera, hay que saber, tener gusto y clase para ello. Saltaba, lanzaba por encima de la cabeza y… ¡canasta! Qué tiempos aquellos», explicó.

Sus primeros pasos en el baloncesto, a nivel profesional, fueron en 1931 —cuanto tenía 14 años— con el Atlas Club, equipo del que fue co-fundadora. En 1934 se pasó al Laietà, con el que ganó su primer título en 1936, mientras que entre 1941 y 1944 jugó en la Sección Femenina de la Falange.

Finalmente, desde 1944 hasta 1952 militó en el FC Barcelona, club en el que terminó retirándose a sus 36 años, que fue cuando tuvo a su primer hijo. Incluso llegó a ser instructora de educación física, entrenadora de la Sección Femenina y árbitra. No obstante, tuvo que superar muchos obstáculos, pues ella misma recordaba que con Franco no estaba bien visto que las mujeres practicaran deporte.

«Quería que nos quedáramos en casa solo para las labores del hogar y para dar hijos sanos a la patria. Pero yo seguí jugando. Trabajaba de modistilla y ganaba seis pesetas, pero era muy activa y no podía con eso de coser y planchar», contó hace años en una entrevista. También recuerda cómo pasó de utilizar pantalones cortos a tener que llevar faldas largas que le impedían realizar cualquier movimiento.

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Encarna Hernández y la jugadora Laia Palau | Fuente: Instagram

Fue una de las primeras mujeres en conseguir el carnet de conducir en Barcelona. Lo logró gracias al tiempo que pasó en la Sección Femenina de la Falange: «Tenías que hacer seis meses de trabajo allí».

A pesar de que Encarna logró cosas muy importantes para los derechos de las mujeres y también para el baloncesto femenino, durante muchos años fue una mujer anónima. Hace una década, un periodista que vivía cerca de su hogar la conoció y empezó a dar forma a una vida dedicada al baloncesto. Su hogar en Barcelona era un auténtico museo, con premios, recortes de prensa y fotografías que recordaban que había dado su vida por este deporte.

Finalmente, la productora Ochicornia decidió llevar su vida a la gran pantalla con el documental ‘La Niña del Gancho’, que vio la luz en 2016. Con 105 años se apaga su luz, pero siempre permanecerán sus ganchos tan reconocibles y todo lo que ha hecho por el baloncesto femenino.

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