Carlos Alcaraz ha hecho historia y ha conseguido lo que parecía imposible: batir a Novak Djokovic en una final de Wimbledon. El español ha vencido en un apretadísimo partido (1-6/7-6/6-1/3-6/6-4) y en su primera final en la hierba de Wimbledon para seguir escribiendo su nombre en los libros de historia. ‘Carlitos’ sigue siendo el número 1 del mundo, pero más allá del título o de las cifras, lo que hoy ha demostrado en el All England Lawn Tennis and Croquet Club es que con esfuerzo, trabajo y confianza se puede llegar muy lejos.
Alcaraz no llegó a Wimbledon siendo uno de los favoritos. Ya era número 1 del mundo, pero nunca había jugado una final en hierba y batir a Djokovic también se dibujaba como un sueño todavía lejano. Además, el recuerdo de las semifinales de Roland Garros todavía estaba muy reciente. Sin embargo, el murciano no tiene techo y una vez más lo ha vuelto a demostrar en uno de los torneos más importantes del mundo.
La final contra Djokovic fue una especie de batalla mental, a la vez que un duro desafío físico entre dos de los mejores jugadores del mundo. Alcaraz entró a la pista algo sobreexcitado e intentó varias veces romper el servicio de Nole, pero el primer set no fue, ni de lejos, el inicio de partido que esperaba.
Novak tiró de experiencia y tranquilidad para batir al español por 6-1 en el primer set. En ese momento, la remontada de Alcaraz parecía muy poco probable y las apuestas no confiaban en él. Y en el deporte, como ocurre en la vida, hay dos tipos de personas: los que se hunden ante las adversidades y los que las aprovechan para transformarlas en aprendizaje y superación. Y Alcaraz, que ha demostrado muchas veces estar en ese último grupo, empezó ahí una remontada épica.
El segundo set no fue fácil, pues incluso llegó al tie break, pero Alcaraz tenía muy claro en plan. El murciano combinó los puntos largos de peloteo con la potencia de sus saques. Todo eso le hizo entrar en calor para vencer al serbio en el tie break. En ese momento todavía no lo sabía, pero lo que había conseguido marcó el devenir del resto del encuentro.
Con ese 1-1 en el luminoso, la final comenzó de cero otra vez. Eso sí, la actitud esta vez era muy diferente. Se veía a un Carlitos muy motivado en el terreno de juego, frente a un Nole algo amedrentado. Además, la presión que tenía sobre sus hombros le impedía hacer gala de su experiencia. Por eso, Alcaraz llegó a romperle el servicio mientras Djokovic se apagaba. Como resultado, un contundente 6-1.
Carlitos no fue capaz de aprovechar las oportunidades que Nole le regaló en el cuarto set, que tampoco estaba plenamente metido en el partido. Aunque empezó con un resultado a favor, el serbio rápidamente le dio la vuelta para imponerse por 3-6 en el marcador y forzar el quinto set.
El tenista español no empezó el último set igual de confiado que había terminado el anterior, pero salvó el arreón inicial de su rival. Poco a poco, volvió a sentirse cómodo sobre la hierba de Wimbledon. Comenzó el recital de dejadas, el brillante juego de los campeones y la valentía. Djokovic se desesperó e incluso rompió una raqueta en uno de los puntos claves de Carlitos.
Y así, la final continuó con los turnos de servicio correspondientes hasta que Alcaraz anotó el punto definitivo. El que le daba su primer título en hierba, su segundo grande, y le coronaba como campeón de Wimbledon ante un gran Djokovic. De esta manera, entra en el selecto club de tenistas que han ganado en Wimbledon y, aún más, del reducido grupo de españoles que lo han hecho: Rafa Nadal, Manolo Santana, Garbiñe Muguruza, Conchita Martínez y, ahora, Carlos Alcaraz.