En la madrugada (para los europeos) del lunes 19 de febrero tuvo lugar una de las citas más esperadas del calendario de la NASCAR, la Daytona 500 con la que arranca la NASCAR Cup Series. Una carrera de 500 millas (exactamente 200 vueltas) dividida en tres secciones o stages con un brutal sprint final y cargado de acción. El ganador de la edición de este año, Will Byron, es un piloto ya establecido en la parrilla, uno que es un gran ejemplo del paso de las carreras virtuales a la realidad – y es que el origen de su trayectoria se remonta a muchas horas de iRacing.
Byron, de 26 años de edad, comenzó de pequeño jugando iRacing, uno de los principales simuladores a nivel mundial que sigue estando activo con miles de jugadores a diario en la actualidad, después de haber visto la Daytona 500 y otras carreras de la NASCAR en televisión. Él mismo ha relatado en varias ocasiones cómo de iRacing aprendió como rodar en pista y desenvolverse en un coche de carreras, aunque evidentemente no era lo mismo. Con ayuda de su padre, comenzó a competir de verdad con coches Legends (pequeños coches carrozados que corren en óvalos de tierra), logrando éxitos antes de pasar a stock cars.
Para 2016, apenas cuatro años después de su debut en competición, fichaba con Hendrick Motorsports para la Xfinity Series, empezando a destacar cuando acabó segundo en Michigan tras Denny Hamlin y ganar el fin de semana siguiente. Para 2018 ya estaba en la Cup Series acumulando resultados, aunque tuvo que esperar hasta 2020 para su primera victoria en la categoría principal. Ahora bien, su gran año fue 2023 con nada menos que seis victorias y cuatro podios, finalizando la temporada en tercera posición.
Daytona 500 2024
La Daytona 500 es una de las carreras clave de la temporada sobre todo por el entorno en el que se compite, uno de los circuitos más legendarios del calendario (además de ser el arranque de la temporada). Daytona, al contrario que muchos otros óvalos que visita la NASCAR a lo largo del año, no es un óvalo al uso sino uno de tres curvas. Es también el escenario de las 24 Horas de Daytona, la joya de la corona de la IMSA, si bien los coches de la NASCAR corren sólo en la parte exterior sin tocar el infield.
En comparación con otras ediciones, la Daytona 500 de este año fue relativamente tranquila con unas cuatro banderas amarillas (frente a seis o siete de ediciones anteriores), de las cuales dos provenían del cambio de cada fase de la carrera. La primera de estas banderas fue de un incidente debido a un bump drafting que salió mal, llevando a una reacción en cadena (algo muy típico en carreras de NASCAR, lo que ellos llaman ‘The Big One’) en la quinta vuelta. Will Byron fue capaz de mantenerse ajeno al peligro, estabilizándose la carrera durante más de un centenar de vueltas.
La clave de la carrera, como en cualquiera de NASCAR, está en situarse en el lugar adecuado en el momento adecuado. Byron se colocó en el grupo de delante en el otro gran incidente ocurrido cerca del final, situando su Chevrolet en la línea exterior en la resalida. Al comenzar la última vuelta esto fue clave, dado que un toque se llevó puesto a Ross Chastain, quien iba en paralelo de Byron en la línea interior, dejándole con la victoria en sus manos mientras en sus retrovisores veía cómo se desataba otra reacción en cadena.
Byron conseguía la victoria en la Daytona 500 para Hendrick Motorsports, uno de los grandes equipos de la NASCAR – de hecho fue doblete del equipo dado que Alex Bowman, su compañero de equipo, sería segundo. Toyota se llevaba la última posición de podio con Christopher Bell siendo tercero por delante de Corey LaJoie y Bubba Wallace, llevando el Toyota de McDonalds del equipo dirigido por el gran ‘villano’ de la NASCAR, la leyenda Denny Hamlin.
Además de su victoria en la Daytona 500, su primer triunfo en 2020 fue precisamente en la Coke Zero Sugar 400 que también tenía lugar en el mismo circuito. Homestead (Miami), Martinsville, Atlanta, Las Vegas, Phoenix, Darlington y Texas son otros óvalos en los que Byron ha salido vencedor, además del mítico circuito de Watkins Glen que antaño albergó carreras de Fórmula 1.