En la jornada del jueves 13 de febrero del juicio contra Luis Rubiales, el consentimiento ha sido el epicentro del debate en relación al beso que el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol le dio a Jenni Hermoso durante la final del Mundial en Australia.
Tras las declaraciones, primero de Rubiales, y ayer de los tres acusados restantes: Jorge Vilda, exseleccionador nacional; Albert Luque, exdirector de la Selección Española; y Rubén Ribera, exresponsable de marketing de la Federación; ha tocado el turno de los informes finales.
Ángel Chavarría, abogado de Jenni Hermoso, ha abierto la sesión destacando que la futbolista nunca dio su permiso para el beso, y ha subrayado que no se trató de «un consentimiento, sino de un sometimiento».
El letrado ha destacado además la relación de poder entre Rubiales y Hermoso, señalando que en ningún caso el expresidente de la RFEF debería haber pedido consentimiento para un beso a una jugadora que se encontraba jerárquicamente por debajo de él. También ha citado palabras del Tribunal Supremo, subrayando que una mujer no debería verse obligada a soportar un deseo sexual de un hombre en cualquier contexto.
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Chavarría también ha alegado que hubo coacciones hacia Jenni, ya que, según él, toda la estructura federativa se movilizó para proteger a Rubiales tras el incidente en la recogida de medallas. En este contexto, ha recordado que la RFEF había emitido un comunicado en el que cuestionaban la veracidad de Hermoso, acusándola de mentir.
Por su parte, Olga Tubau, abogada de Rubiales, ha solicitado la absolución de su cliente, argumentando que Jenni Hermoso «sí consintió el beso». Según Tubau, el hecho de que la jugadora haya dicho que «no le gustó» el beso no significa que «no lo hubiera consentido», ya que esta reacción podría deberse a la repercusión inmediata del gesto. Se ha apoyado en la prueba pericial de lectura de labios que indicaba que Rubiales había preguntado a Hermoso antes de besarla, cuestionando «por qué no se realizó una prueba similar con la futbolista para refutar esta evidencia».
Tubau también ha sugerido que la credibilidad de Hermoso tenía «fisuras», apuntando a la contradicción entre su reacción y la descripción de su supuesto «asco» al beso, ya que, según ella, si realmente no lo hubiera consentido, habría mostrado un rechazo inmediato. Asimismo, la letrada ha destacado que es difícil creer que una víctima de agresión sexual haga bromas sobre la agresión sufrida, algo que ha considerado incoherente con el sufrimiento que normalmente experimentan las víctimas.
En cuanto a las acusaciones de coacción, Tubau ha explicado que «insistir no equivale a coaccionar» y ha argumentado que Rubiales no presionó a Hermoso para hacer un comunicado conjunto después de recibir su rechazo.
Con la conclusión final de la defensa de Rubiales, ha terminado esta jornada del juicio que el juez Fernández-Prieto reanudará mañana viernes con los informes finales de los demás acusados. Después de ello, el juicio quedará visto para sentencia.