Cuando el VAR llegó hace unos años al fútbol de máximo nivel, lo hizo con el pretexto de que mejoraría el nivel de los árbitros y les quitaría cierta responsabilidad, pero, años después, solo ha aumentado la tensión y ha creado una situación que empieza a ser insostenible.
Cuando un equipo pierde y siente que ha sido perjudicado, el primero en ser señalado es el árbitro de campo, y en ocasiones, las aficiones van más allá con insultos y amenazas.
Hace una semana, Munuera Montero expulsó a Jude Bellingham tras interpretar un «fuck off» como un insulto hacia él, y desde ese momento comenzó una campaña de acoso contra el colegiado, que terminó con investigaciones incluso sobre sus empresas por un supuesto conflicto de intereses que rápidamente fue desmentido.
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Son muchos los equipos que sienten haber sido perjudicados durante la temporada por decisiones poco convincentes, como Real Madrid, el Alavés o el Celta de Vigo. Algunos han mostrado su descontento de manera más indirecta, mientras que otros, como los blancos, lo han hecho de forma más contundente, atacando al colectivo arbitral.
Todo esto ha llevado a que los Comités de Árbitros de las cinco grandes ligas (España, Inglaterra, Francia, Alemania e Italia) se reúnan en Budapest para buscar una solución tanto a los ataques de los clubes y aficionados como a los problemas que existen con el VAR.
En España, los distintos árbitros y árbitras profesionales se han reunido y no han descartando una huelga si la situación continúa así.
Este problema no solo lo sufren los árbitros profesionales
Fuentes arbitrales consultadas por Estrella Digital señalan que el problema comienza desde las categorías infantiles, donde muchos padres arremeten contra los árbitros e incluso los agreden por partidos en los que, en teoría, lo único que debería importar es aprender y divertirse.
«Si un niño ve a su padre insultar al árbitro cuando se equivoca, ese niño va a aprender esa conducta y la va a replicar en los estadios. Es un problema de educación que debemos cambiar todos», contaba este colegiado de ligas menores.
A los árbitros también se les pide autocrítica cuando cometen errores flagrantes, ya que, los jugadores, que son los principales afectados, muchas veces no pueden opinar sobre el arbitraje por miedo a sanciones.
Por lo que este es un problema en el que todas las partes deben ceder y aportar soluciones para que, finalmente, se hable del nivel futbolístico de LaLiga y no de sus colegiados.