El fútbol es el deporte más seguido en el mundo por noches como la de hoy. Barcelona acogía la ida de la primera semifinal de la Copa del Rey, y el partido no decepcionó. Es más, ha sido, muy probablemente, el más emocionante en años. Es difícil explicar cómo el Atlético de Madrid iba ganando 0-2 en el minuto 6 y, sin embargo, se marchó al descanso perdiendo 3-2. O cómo, tras un dominio absoluto del Barcelona, los rojiblancos lograron empatar 4-4 con un gol de Sørloth en el descuento.
Ni un minuto tardó el partido en demostrar que esta sería una noche grande, de esas que enamoran a los aficionados neutrales y quitan años de vida a los que sufren por su equipo. Julián Álvarez aprovechó, a los 50 segundos, un centro medido de Griezmann para poner el 0-1 y silenciar Montjuïc. Muchos pensaban en verano que el fichaje del argentino había sido caro, pero ya suma 20 goles en febrero, además de varias asistencias, como la que le dio a Griezmann para que los de Simeone pusieran el 0-2 antes del minuto 10.
Pero poco duró la alegría a los rojiblancos. La amarilla a Galán, encargado de defender a Lamine Yamal, condicionó totalmente el partido, ya que corría peligro de ser expulsado y el extremo se le iba en todas. De hecho, por la banda de Lamine llegó el gol de Pedri, tras un centro de Koundé en el minuto 19. A partir de ahí, una tormenta culé cayó sobre la portería de Musso, y la defensa rojiblanca no sabía ni por dónde tapar. Solo dos minutos después, Cubarsí empató en un córner muy mal defendido, lo que encendió al público local.
Un asedio constante del Barcelona
Los de Flick siguieron intentándolo a través del joven Yamal, pero fue en otro córner cuando el Barcelona se adelantó. Lo hizo Íñigo Martínez, nuevamente solo, tras un bloqueo sobre Marcos Llorente que el árbitro no consideró falta. Increíble pero cierto: los blaugranas le habían dado la vuelta al partido, y al descanso los dos equipos se fueron con cinco goles en el marcador.
Tras el paso por vestuarios, el guion cambió poco. El Barça siguió dominando, mientras que los rojiblancos salían, de vez en cuando, tímidamente a la contra.
Simeone agotó los cambios en el minuto 63, y su equipo pareció reaccionar, creando más peligro. Aun así, Lamine, de nuevo, dejó sentada a la defensa rojiblanca y regaló un gol a Lewandowski, que solo tuvo que empujarla.
El panorama pintaba horrible para el Atleti, que estaba siendo totalmente superado. Pero, como el fútbol no tiene lógica, Correa puso un balón al área que encontró a Llorente para recortar distancias. Después de lo visto sobre el terreno de juego, el 4-3 no era un mal resultado para la vuelta, pero Sørloth, que parece haberle cogido el gusto a esto, empujó un balón de Lino para sellar un 4-4 que demuestra la grandeza del fútbol.
El Metropolitano dictará sentencia en algo más de un mes, pero antes, ambos equipos volverán a verse las caras en LaLiga, donde, por cierto, solo les separa un punto.
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