Cinco temporadas después del fichaje de Chygrynskiy por el FC Barcelona, su contratación todavía se recuerda como una de las más extrañas de la historia del fútbol. El Barça pagó 25 millones por un central ucraniano con poca experiencia internacional, pero en ese momento nadie le podía negar la petición a Guardiola. Sin embargo, en aquella ocasión, como les suele pasar a muchos genios, el técnico pecó de iluminado.
Chygrynskiy fue un fracaso estrepitoso, pero pasado el tiempo el futbolista no ve su paso por Barcelona como algo negativo. El central que nunca volvió a ser titular ni en el Shakhtar Donetsk se enorgullece especialmente de que su etapa como azulgrana le sirviera para conocer al Zlatan Ibrahimovic. “Ibra es increíble, por supuesto que su carácter le pudo jugar malas pasadas con el entrenador, pero como futbolista y compañero de equipo para mí es el mejor”, contó el defensa a Sovietskiy Sport.
No obstante, el jugador también sostiene que estará eternamente agradecido a Pep Guardiola por la oportunidad que le dio, aunque entre los jugadores su preferido fuese el delantero sueco que tan mala relación tuvo con el entrenador. Para Ibra el año fue un “él contra el mundo” porque según Chygrynsky el delantero no podía perder en ningún ejercicio de los entrenamientos por su carácter competitivo.
“Cuando soy el mejor en los entrenamientos, llegó a los partidos con la sensación de ser un dios” le decía Ibra al ucraniano para explicarle su comportamiento durante la semana. Sin embargo, Chygrynskiy también cuenta que en algunas ocasiones Ibra se pasaba de competitivo y era capaz de reñir a cualquiera. “Eh, vosotros, payasos, ¿dónde estáis pasando el balón?”, insultó brahimovic a Xavi e Iniesta, según Chygrynskiy.
Por eso, la historia llevó al sueco fuera de Barcelona al año siguiente, pero lo cierto es que su rendimiento desde entonces ha sido muy diferente al del central que fichó Pep. Ibra siempre ha sido el mejor en todos sus equipos y sigue dejando goles acrobáticos hasta en los entrenamientos. Siempre quedará la duda de lo que habría podido pasar si algún entrenador hubiese sido capaz de acoplar las mentes de Messi e Ibra.