El Paris Saint-Germain consiguió clasificarse este miércoles para los cuartos de final de la Liga Campeones tras empatar (2-2) en Stamford Bridge con un pobre Chelsea, incapaz de sacar ventaja al 1-1 de la ida y de la expulsión de Zlatan Ibrahimovic, que dejó a los suyos con diez jugadores a la media hora de partido.
Parecía imposible que el PSG acabase con el 'todopoderoso' Chelsea, sobre todo tras la expulsión de Ibra y el gol de Cahill a diez minutos para el pitido final, pero la respuesta de los parisinos fue ejemplar. Fútbol, garra, coraje y un cabezazo de Thiago Silva en el minuto 114 echaron al traste el fútbol pegajoso de los londinenses. El segundo año de Mourinho –el que se supone siempre es mejor– acabará sin título europeo.
El conjunto francés impuso un ritmo elevado desde el comienzo. La estrategia de Blanc estaba clara y pronto lo demostró Cavani con un remate en el primer minuto de juego. El uruguayo, uno de los mejores en todo el partido, dejó su sello a las primeras de cambio y obligó a recular a los británicos.
Paso atrás y balón para el oponente. Mourinho no tuvo problemas en entregar el protagonismo a su rival, ni en dejar a su rival sostener la sartén por el mango. A Mourinho sólo le interesa el marcador en función del cálculo y la estrategia ¿Para qué marcar el segundo si con uno es suficiente?
El partido prometía mucho. La valentía gala se medía al conformismo inglés y los primeros minutos daban la razón al espectador. Sin embargo, Ibrahimovic fue expulsado a la media hora tras una exhaustiva tarjeta roja mostrada por el árbitro De Kuippers. El sueco disputó un balón con fuerza, pero nunca para ser mandado a los vestuarios.
La acción desequilibró el choque y otorgó muchísimo mérito al PSG, que firmó un sobresaliente ejercicio físico. El Chelsea, por su lado, seguía siendo el mismo equipo abyecto, incapaz de coger el camino hacia la portería contraria si no tiene la necesidad de cambiar el marcador. Diego Costa, peleado con el mundo, tampoco tuvo su día.
El hispano-brasileño reclamó un penalti al borde del descanso, pero la decisión de expulsar a Ibra todavía pesaba en el subconsciente del árbitro, que no quiso dar la razón al ariete excolchonero. Así que 0-0 y momento para refrescar las ideas. Ideal para que los locales hubiesen decidido meter la directa y terminar con el sufrimiento.
Resultó curioso que –jugando con uno más– el Chelsea fuese incapaz de batir a Sirigu, pero lo más preocupante para el flamante campeón de la FA Cup fue que Cavani estuvo a punto de poner el 0-1 en Stamford Bridge. El uruguayo recogió un balón de Verratti, regateó a Courtois y estrelló el cuero en la madera. Ahí pasó el primer tres para los parisinos.
El perdón del PSG tuvo su réplica en las filas 'blues' tras un paradón de Sirigu a tiro de Ramires. Igualados a errores, y con uno más durante una hora, el Chelsea acabó encontrando premio en el gol más 'italiano' del mundo. Tres rechaces, un mal remate de Costa y un disparo entre mil piernas, imposible de ver para el meta italiano del cuadro francés.
Matic fue el encargado de provocar la sonrisa de Mourinho y la de un Stamford Bridge que permaneció dormido hasta ese momento. A partir de ahí, nunca volvió a estarlo. Sólo cinco minutos después David Luiz conectó un cabezazo en un córner y estableció el 1-1. El brasileño no sabía ni cómo celebrarlo ante el que había sido su público.
Corrió y corrió por detrás de la portería porque el PSG ya tenía su premio. El gol que les llevaba a la prórroga y que permitiría buscar una salvadora tanda de penaltis. Pero antes Thiago Silva reclamó todos los focos. El central internacional brasileño ejerció de protagonista en las dos áreas. Primero para regalar un penalti con una absurda mano y después, para extasiar a todo París entero.
La mano de Silva dio licencia a Hazard a poner el 2-1, pero de igual forma un gol seguía metiendo en cuartos al PSG. El zaguero brasileño saltó hasta el cielo de Londres y superó por alto a un notable Courtois. Con el gol se llegó al final y el Chelsea se quedaba con la miel en los labios. Tres años después de la llegada de los petrodólares, el PSG empieza a obtener los primeros resultados.