Gareth Bale no lo ha tenido nada fácil desde su aterrizaje en el Santiago Bernabéu. Los 100 millones que costó le pesan mucho en las críticas porque la afición piensa que por su precio se le puede exigir mucho más, algo que ni siquiera pasó con Cristiano Ronaldo, puesto que el portugués llegó en un momento en el que la afición madridista estaba sedienta de ídolos.
El año pasado marcó goles importantes en Copa y en Champions. También hizo quince tantos en liga y este año lleva doce en la competición doméstica, pero nada parece ser suficiente para contentar a sus detractores. Este año se ha ganado fama de chupón por culpa de algunas acciones desafortunadas, pero pocos ven que en la mayoría de los casos el pase era más complicado que la culminación de la jugada.
Asimismo, su problema con el idioma le margina más cada día que pasa. Tiene problemas serios para aprender el español y en el vestuario cuenta con pocos socios para hablar en inglés. El más importante de ellos, Cristiano Ronaldo, le recibió con los brazos abiertos, pero con el tiempo las fricciones que se produjeron en el campo terminaron por trasladarse a lo personal.
De hecho, Gareth Bale se siente muy solo en Madrid y solo cuenta con el apoyo incondicional de Luka Modric entre sus compañeros. Cristiano está cada vez más distanciado de él. Les falta poco para retirarse la palabra, según Sportyou. Se respetan como profesionales, pero poco más.
Los dos han chocado en una lucha de egos en la que cada uno pone de su parte para defender sus intereses. Cristiano no acepta que el presidente hable de Bale como el próximo Balón de Oro como si él estuviese acabado y se queja de la poca solidaridad del futbolista cuando se acercan a la portería.
Por su parte, Bale no entiende los aspavientos que hace su compañero cada vez que falla una. Sabe que es el principal culpable de que el Bernabéu se le haya echado encima. Por eso, en el ‘Clásico’ se les volvió a ver poco conjuntados cuando CR le dedicó al ‘11’ su enésima mirada asesina en una ocasión en la que decidió encarar a Piqué en lugar de pasarle el balón. Cristiano se dirige siempre que puede a Benzema para ajustar posiciones, pero rara vez habla con el otro miembro del tridente dentro del campo. Esto puede acabar afectando a los resultados si los dos no miran por el equipo y dejan sus disputas a un lado.