Joan Laporta dejó el sillón de mando del FC Barcelona en 2010 por decisión propia, pero da la sensación de que nunca ha dejado de estar presente en el día a día del club. Su sucesor le colocó como el causante de todos los males del club en los primeros años de su mandato, pero después él mismo se encargo de coquetear permanentemente con su reaparición en la esfera deportiva.
Por eso, su vuelta a la escena deportiva fue la crónica de un regreso anunciado, como el de Esperanza Aguirre a las listas electorales del PP madrileño. De hecho, los dos ‘incordiaron’ tanto en la sombra que cuando la luz les enfocó directamente no tenían mucho más que decir.
Laporta, como la ‘dama de hierro de la derecha española’ agotó todas sus balas en precampaña y ahora no tiene poco que añadir. Su discurso aburre ya al socio en el día en el que se abre la verdadera lucha entre los candidatos. “Masía, Cataluña y Unicef”, repite hasta la sociedad en un buen eslogan que pierde fuerza a medida que lo repite sin parar. «Creo que hay que hacer política con el deporte, por supuesto”, dijo en los Desayunos Deportivos de Europa Press, en una actitud que le honra porque se define claramente y no guarda la ambigüedad de otros candidatos.
De este modo, parece que más allá del eslogan no tiene un verdadero programa. Además, en la presentación de su precandidatura ya dijo que Abidal ocuparía la secretaría técnica deportiva, que Enric Masip sería el encargado del balonmano y que la sección de baloncesto sufriría una gran renovación.
En definitiva, Laporta gastó todas sus balas en la primera batalla y ahora se limita a hablar como un político de los de antes, pero en deporte eso no vale. El fútbol exige la espectacularización de las promesas mucho más que la política y si luego no se cumplen se exigen muchas menos responsabilidades.
Bartomeu, un fenómeno para huir de la confrontación
Sin embargo, Laporta peca de cauto (para lo que es él), algo que nunca se podría prever. Reconoce que va por detrás en las encuestas, pero mantiene el mismo discurso que mostró cuando se presentó a la reelección en la que nadie se atrevió a plantarle cara. Este Joan ya no es tan beligerante como aquel del Elefant Blau o al menos ha perdido habilidad para la guerra.
Quizás, dice las mismas ‘barbaridades’ de siempre, pero parece que de tanto oírlas los votantes las escuchan como música celestial que entra por un oído y sale por el otro. Laporta no trae nada nuevo, no huele a aire fresco e intenta explotar los defectos del rival, cuando él mismo los tiene. Además, el abogado cae en el error de despreciar a Freixa y Benedito en la carrea por la presidencia, cuando al menos ellos pueden presumir de que su nombre no tienen ningún ‘tufo’ a corrupción. «Me sorprende que haya dos candidatos que no tienen opciones», dijo para referirse al tercero y el cuarto en las encuestas. Tal vez, Laporta lo hace porque les ve como futuros rivales dentro de unos años, puesto que parece que él mismo tiene una campaña de aproximación más que de triunfo.
Asimismo, el expresidente culé falla en la estrategia, aunque tal vez sea porque no puede jugar con la que a él le gustaría. El fallo de cálculo de Esperanza Aguirre de jugar con la crispación cuando tenía las encuestas a favor, contrasta con la poca habilidad para crear tensión de Laporta cuando todos los estudios le colocan en disposición de perder.
En cualquier caso, todo esto ocurre porque Bartomeu no es Esperanza Aguirre. ‘Nobita’ está demostrando que es mucho más listo que los ‘irritadores profesionales’ porque se ve al mando y en la posición de favorito, por lo que no tiene la necesidad de entrar al cuerpo a cuerpo.
El presidente del último triplete se limita a defender sus propuestas y se muestra cobarde porque no tiene la necesidad de ser valiente. No quiso ir al Desayuno de Europa Press porque no necesitaba exponerse ante públicos presumiblemente hostiles y no debatió con el resto de los candidatos porque sabía que la imagen de ‘poca democracia’ le perjudica menos que exponerse a ataques por tres flancos.
Las promesas pesan y las intenciones quedan en nada
La renovación de Luis Enrique, el fichaje de Arda, su gestión en la celebración de los títulos y la salida de Xavi también demuestran que ha sabido vender como nadie sus acciones. Sin ir más lejos, ha conseguido legitimar la ‘animalada’ del fichaje del turco por la Junta Gestora sin que parezca un golpe de mando inaceptable, con la idea de que los deseos del entrenador se cumplen por su directiva.
Asimismo, Laporta también comete el fallo de deslegitimar la renovación del asturiano, cuando su figura vuelve a ser indiscutible para los aficionados. Por eso, da la ligera sensación de que las relaciones de ‘Lucho’ con los mandatarios en caso de que venza Laporta será igual de tensa que lo fue la convivencia de Guardiola y Rosell. «Es de justicia que Luis Enrique continúe. Que renovara no era necesario, y menos habiendo elecciones. Solo había que alargar, porque ya estaba en el contrato. No lo he entendido mucho», opinó Laporta sobre el técnico.
Por si fuera poco, ‘Doraemon’ no tiene ni un ‘bolsillo mágico’ para sacarse un fichaje. Ni siquiera se atreve a afirmar que fichará a Pogba, solo que lo intentará. Y si las promesas valen poco, las intenciones ya ni se tienen en cuenta. Nos gustaría traer a Pogba, si la economía lo permite”, señaló el expolítico, como si tuviera claro que la salida del centrocampista francés de la Juventus es más probable en 2016.
El Laporta de hace más de una década se la jugó con Beckham y no consiguió ficharle, pero al menos dejó una propuesta espectacular en la retina del ‘soci’. Luego explicó que no fichó a Beckham porque el jugador lo tenía hecho con el Madrid, aunque el club se lo había vendido a su candidatura para inflar el precio y trajo a Ronaldinho. Pero el Laporta de 2015 habla de valores y de secciones de La Masía en el extranjero que a nadie le terminan de entrar por el ojo.