Tras la dimisión de Blatter y los escándalos de corrupción, la FIFA ha nombrado este viernes a Gianni Infantino nuevo presidente de la organización. Otra vez, los criterios de la UEFA vuelven a imponerse a los de otros confederaciones con menos peso, puesto que el jeque bareiní Salman Bin Ibrahim Al Khalifa contaba con los apoyos de asiáticos y africanos.
Sin embargo, las federaciones europeas realizaron una apuesta decidida por Infantino. Ángel María Villar no fue en esta ocasión un verso libre en la UEFA y utilizó sus buenas relaciones con las federaciones americanas para decantar la balanza del lado del candidato suizo. De esta forma, se garantiza que sus criterios tengan la misma consideración que en el pasado para ejercer sus influencias, algo que necesita más que nunca en medio de la lucha que tiene con el CSD.
No obstante, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol no pudo votar al pertenecer al Comité Ejecutivo de la FIFA y el secretario general de la RFEF, Jorge Pérez, rellenó la papeleta española. Curiosamente, este hombre será el principal rival de Villar en las elecciones a la Presidencia organismo español.
Infantino logró 115 votos en la segunda votación, en la que se requerían 104 para ser nombrado presidente, y se impuso en la elección al jeque Salman Bin Ibrahim Al Khalifa (88), al príncipe Ali Bin Al Hussein (4) y a Jerome Champagne (0).
El talante llega al fútbol
En estas elecciones se echaba de menos un candidato que ofreciera algo más de aire fresco. Infantino es un presidente continuista, pero su principal rival, Salman Bin Ibrahim Al Khalifa, ha sido señalado como “cómplice de crímenes contar la humanidad” por la situación de la oposición en su país. En definitiva, la regeneración total de la FIFA no se produciría con ninguno de estos candidatos, aunque los detalles de la cosmética de uno y otro son muy diferentes.
Al Khalifa apostó por “menos políticos y más profesionales en la FIFA”. Quería separar la gestión comercial de la deportiva, crear un comité anticorrupción y grupos de expertos para evaluar cuál es el mejor formato para las futuras temporadas y el número de partidos máximos que puede jugar un futbolista al año desde el punto de vista médico.
Todas esas propuestas se quedarán en un cajón, puesto que Infantino promete un Mundial con 40 selecciones y sedes en diferentes países. No creará ningún órgano nuevo, pero dice que garantizará la transparencia total en la elección de las sedes de los campeonatos del Mundo, en torno a los contratos comerciales y a los pagos a los directivos.
Juventud para la «reestructuración»
Infantino formaba parte del Comité de Reformas de la FIFA desde el pasado mes de agosto. Lleva más de 15 años ligado a la UEFA y desde hace varias temporadas es la cara visible de los sorteos de la Champions League. Tiene un perfil profesional muy técnico, es abogado y habla a la perfección ingles, francés, alemán, español e italiano.
El suizo es un tipo que siempre tiene una sonrisa en la cara ante los medios. Intenta poner un poco de sentido del humor en un mundillo tan encorsetado como el de los jefazos del fútbol y rejuvenece la apariencia de la FIFA. Tiene 45 años, 24 menos que su predecesor en el cargo.
Por eso, Infantino no acometerá una revolución al uso, pero sí puede ser el hombre indicado para comandar una transición desde dentro. “Restauraremos la confianza en la FIFA y lograremos que todo el mundo la aplauda. Tenemos que estar orgullosos de la FIFA y de lo que hacemos juntos”, dijo en su discurso tras conocerse los resultados de la segunda votación.
Por último, el suizo se esforzó para integrar a los perdedores y a las federaciones que se sienten olvidadas. «Quiero ser el presidente de todos vosotros. He viajado por todo el mundo y continuaré haciéndolo. Quiero trabajar con todos para construir una nueva era en la FIFA en la que podamos devolver el fútbol al centro del escenario. Muchísimas gracias a todos», señaló el hombre que también prometió que cada federación recibirá cinco millones de dólares en cuatro años para invertirlos en proyectos de desarrollo y la creación de un equipo de leyendas que ayude a las asociaciones con encuentros benéficos.