Cuando hace siete años Francia se postuló como candidata a albergar la Eurocopa de 2016, el principal obstáculo era la economía. Tras los atentados en París en la noche del 13 de noviembre, la perspectiva dio un drástico giro. “La seguridad será el mayor desafío. Ya lo era en nuestra candidatura, todavía más tras los atentados de enero y aún más ahora”, explicó hace tres meses Jacques Lambert. Entonces, se barajó incluso la posibilidad de modificar la fecha o suspender el evento, en función de lo que aconteciera hasta estos días. Ahora, pese a que no se han producido nuevos contratiempos, se piensa en otra solución: disputar encuentros sin público.
La idea es guardarse la posibilidad de modificar el escenario del partido sin previo aviso, lo que provocaría que «los que tuviesen entradas no tendrían suficiente tiempo para organizar un viaje y reservar un hotel», según ha informado Martin Kallen, director del torneo. En aquella trágica noche, el Stade de France era objetivo del Estado Islámico, pero la seguridad impidió la entrada de un terrorista que portaba un chaleco con explosivos, y que finalmente se inmoló en los alrededores. El partido entre Francia y Alemania concluyó y todos los asistentes tuvieron que mantenerse dentro del estadio hasta que se garantizó una salida sin riesgo.
El temor sigue presente y por ello se medita adoptar estas drásticas medidas pese a que se esperan 2,5 millones de espectadores (un millón de ellos extranjeros) en los 51 partidos que se celebrarán. La cifra de aficionados que se acerquen para palpar el ambiente es mucho mayor. Entre siete y ocho millones de personas, según ha manifestado el ministro de deportes francés Patrick Kanner, se congregarán en zonas habilitadas para aficionados. Son popularmente conocidas como las ‘fan zone’, y son zonas habilitadas donde se reúnen diferentes seguidores, tengan o no entrada para el estadio. Sin embargo, está medida, realizada en la final de la Champions y en otros grandes eventos deportivos, genera ciertas dudas.
“Las zonas de aficionados no son una buena idea”, ha explicado a Reuters Jean-Marc Bailleul. El mismo secretario general del sindicato de la policía SCSI ha argumentado que controlar espacios puede resultar factible, pero que un entorno abierto atañe una mayor dificultad. Por ello, las medidas de seguridad serán extremas. Según comentó Ziad Khoury, la inversión destinada para proteger estadios y actividades oficiales del torneo iba a ser de 408 millones. La cifra, desde noviembre, se ha incrementado en 34 millones. “No cuestionamos nuestro sistema de seguridad, simplemente hemos reforzado ciertas medidas», ha comentado Khoury.
Habrá un total de 10.000 agentes, 3.000 más que en 2012. Más de un millar en cada partido, lo que supone un 30% más de lo habitual. También dispondrán de 200 voluntarios responsables de los espectadores y de 900 guardias de seguridad privada, que serán más en los encuentros disputados en París. “Francia tiene los medios para hacer frente a las amenazas, es una cuestión de la distribución y coordinación de los recursos”, ha expuesto Nicolas Desforges, Delegado Interministerial para los eventos deportivos mayúsculos.
Se contempla la posibilidad de dejar a los aficionados sin presenciar los encuentros, pero no se pone en duda la celebración de la próxima Eurocopa, que se disputará entre el 10 de junio y el 10 de julio. El estadio inaugural será el Stade de France, foco terrorista en los atentados de noviembre. Francia desea que la seguridad empleada sea suficiente para combatir posibles amenazas. Si no se produce ningún altercado, el país galo saldrá muy beneficiado de cara a albergar los Juegos Olímpicos de 2024. Es una de las naciones candidatas y expondría su seguridad como un argumento de cara a las últimas votaciones.