Paco Jémez es fiel a sus ideas. Lo demuestra en cada partido y ante el Barcelona no iba a ser una excepción. Ni el 10-1 encajado en el Bernabéu, ni el 5-2 en el Camp Nou cambió los planes de un Rayo Vallecano que saltó con la intención de jugar de tú a tú al Barcelona. Para ello, asumió un gran riesgo: presión alta y línea defensiva adelantada. Una fórmula correcto, que permitió al conjunto madrileño dar el primer susto con un disparo de Embarba desde la frontal. La intensidad del Rayo provocó que los de Luis Enrique acrecentaran su nivel de juego para salir airosos en cada jugada.
Partido de igual a igual
El Rayo, pese a contar con la presencia de Manucho, no utilizó el envío en largo. Todo lo contrario se apreció en el conjunto rival, que no quería cometer errores innecesarios. Parecía que se habían cambiado los papeles. Con el transcurso de los minutos, la posesión se tiñó de azulgrana. Aunque era el conjunto local el que volvía a avisar a los quince minutos, con otra buena jugada de Embarba, cuyo disparo detuvo Bravo sin problemas. Messi, tras una acción individual, rozó el primer tanto, pero Juan Carlos tapó bien el primer palo.
Dos minutos para olvidar
El tanto del Barcelona llegaría un minuto después, de la forma más inesperada. Sergi Roberto colgó un balón y el guardameta, tras atraparlo, dejó caer al suelo el esférico. Rakitic, atento, lo aprovechó para deshacer el empate. El castigo fue mayor, cuando a la jugada siguiente Messi acrecentó la diferencia en el marcador. El argentino asistió a Neymar, que se encontraba en fuera de juego, y este se la devolvió al argentino, que anotó con un balón raso. En apenas dos minutos el equipo de Luis Enrique había apagado la ilusión y el buen hacer local.
El Barcelona aprovechó el momento para tratar de hacer daño en los que fueron sus mejores minutos. Superar la presión del Rayo era sinónimo de ocasión manifiesta. Mathieu, tras un rechace, lo intentó sin fortuna. Sin embargo, pese al temor de recibir una goleada, Paco Jémez insistió a los suyos en jugar bajo el mismo guion inicial. Y sus jugadores, lejos de bajar los brazos tras el inesperado varapalo, mantuvieron la intensidad y pelearon cada balón en todos los duelos individuales. Con el partido bastante definido cesaron las ocasiones.
Cuando apenas restaban cinco minutos para el final del primer periodo, El Rayo Vallecano lo intentó por medio de Quini, que remató desviado un buen centro de Embarba. Un minuto después iba a llegar otra jugada clave del encuentro. Diego Llorente, lejos de su área, realizó una dura entrada que el colegiado castigó con tarjeta roja directa. Una decisión discutida por Jémez, que le reclamó la decisión al árbitro tras alcanzarse el descanso.
En la segunda mitad, la propuesta del equipo madrileño no varió, pese al resultado y a contar con un hombre menos. El Barcelona tampoco cambió su propuesta y pronto iba a hacer más profunda la herida del rival. Luis Suárez empalmó al poste un centro de Sergi Roberto. El rechace fue a parar a las botas de Messi, que no erró cuando se encontraba completamente sólo. Sólo tres minutos después llegó el gol del Rayo, que por fin consiguió un merecido premio. Bebé ganó por arriba a Roberto y asistió a Manucho, que se adelantó a los centrales para hacer el 1-3.
Más polémica
El partido, desde ahí, adquirió cierta locura. El cansancio afloró en los pupilos de Paco Jémez, que mantenían intacta su ilusión, pese a que la realidad no les era nada favorable. Messi, con un disparo alto, advertía de que la goleada podía llegar en cualquier momento. Eso fue escasos minutos antes de que el asistente adquiriera su momento protagonista. Neymar estrelló una falta en el larguero y el rechace lo cogió Busquets, en fuera de juego. El mediocentro fue derribado por Iturra y el asistente le indicó al árbitro el penalti y la expulsión. Otra controvertida discusión, que se saldó con otro penalti fallado del Barcelona. En esta ocasión fue Suárez el que evidenció la que parece la única asignatura pendiente del líder de la Liga.
Pero sí iba a haber cuarto tanto. Messi, habilitado por Tito, recibió en zona de tres cuartos de campo. Sin oposición, avanzó hasta pisar área. Ahí, en su terreno, batió cómodamente a Juan Carlos. Fue el punto y final al encuentro, con un Rayo impotente con dos hombres menos y un cansancio notable. Jémez dio entrada a Amaya Montiel y Guerra para aportar cierta frescura, y Luis Enrique hizo lo propio y apostó por Vidal, Turan y Vermaelen. En los pocos minutos que restaban, el turco cabeceó un buen centro de Mathieu. Pese al empuje y valentía de los hombres de Jémez, el Rayo mantiene su coqueteo con el descenso y el Barcelona reafirma su posición de líder.