La postura inicial del conjunto vigués sorprendió. El equipo de Berizzo, en plena batalla por puestos europeos, se había caracterizado por su planteamiento ofensivo ante los grandes rivales. Por ello, se esperaba un Celta que entorpeciera la salida de balón del Madrid. Sin embargo, el equipo visitante abogó por colocar bien sus líneas atrás y tratar de dificultar la acción del rival en los últimos metros. Los pupilos del Zidane asumieron el control del balón, con Casemiro y Kovacic como ejes en el centro del campo. Sin embargo, en los quince primeros minutos tan sólo se asomó por la banda, con alguna acción aislada de Lucas Vázquez.
El Celta, que apenas se había asomado al área rival, fue el primero en crear verdadero peligro. Orellana centró y Aspas, sólo, cabeceó al poste. El rechace fue a parar de nuevo al ariete, que se topó en esta ocasión con un imperial Keylor Navas. El susto provocó el murmullo del Bernabéu y la reacción de Cristiano Ronaldo, que con un gran zurdazo desde la frontal obligó a intervenir a Rubén. Poco después fue Isco el que gozó de una oportunidad manifiesta. El español, tras deshacerse de un defensor, disparó centrado a apenas cuatro metros de la portería rival.
Un gol y gracias
Tras esas dos ocasiones que podían haber supuesto un punto de inflexión para el Madrid, se llegó a un tramo apagado, sin apenas intensidad y en el que ninguno de los dos equipos logró hacer daño. El Celta sostuvo su idea y buen colocado atrás e impidió las llegadas blancas. El equipo de Zidane, sin velocidad en la transición, no podía penetrar más allá de tres cuartos de campo. Eso sí, atrás, el conjunto vigués no presentaba obstáculo alguno. La solución del Madrid tuvo que llegar a balón parado, cuando el descanso acechaba. Pepe, con un potente salto, cabeceó un centro de Isco para hacer el primero de su equipo. Un bálsamo para el equipo antes del pitido inicial del colegiado.
Cristiano, de los pitos a la ovación
La segunda mitad arrancó con un guion similar: el Celta atrás y el Madrid con la posesión. Los blancos dieron un paso adelante, firme, para tratar de sentenciar un choque que se podía complicar. El actor principal fue Ronaldo. El portugués perdió varios balones que provocaron el enfado del Bernabéu. Su reacción fue inmediata. El delantero controló el esférico a 30 metros de la portería rival y con un derechazo prodigioso batió a Rubén. En la celebración, el luso se llevó la mano a la oreja de protestar contra los silbidos que se habían escuchado minutos antes.
Tan sólo cinco minutos después, Cristiano prolongó su racha. Y a balón parado, para demostrar que aún no ha perdido su esencia. Su disparo sobrepasó a la barrera y se coló por la escuadra para ampliar la distancia en el marcador. Instantes después, desde prácticamente el mismo sitio, volvió a ejecutar el lanzamiento, pero en esta ocasión el guardameta del Celta pudo meter la mano y el esférico se estrelló en el larguero. El encuentro, muerto en gran parte del primer periodo, se presentaba mucho más animado.
Festival de goles
El encuentro se volvió completamente loco. El Madrid aprovechó la inercia y se lanzó arriba para agrandar la herida del rival. Ahí, a la contra, el Celta encontró un resquicio. Ramos se durmió y Aspas se plantó solo frente al costarricense. El delantero, en una demostración de calidad, batió por arriba a Navas. El tanto sirvió para tomar moral al conjunto vigués, que adelantó las líneas para plantear un último intento de sacar algo positivo de la capital. La ilusión, se desvaneció de un plumazo. El Madrid, con espacios, mostró esa rapidez de la que careció en gran parte del partido. Lucas abrió a la izquierda para Isco y el malagueño sirvió en bandeja el tanto a Ronaldo, que selló su triplete.
Mientras tanto, ambos técnicos apostaron por mover el banquillo. Berizzo introdujo a Radoja y Guidetti y Zidane a Bale y Jesé y Marcelo, con la idea de que el galés y el brasileño se probaran antes del duelo ante la Roma. El canterano saltó con ganas de recuperar el sitio que Vázquez le ha robado en los últimos partidos. El canario, primero centró desde la esquina para que Cristiano lograra el póker. Después, partió desde la izquierda para adentrarse en el área y firmar su gol, el sexto en la cuenta madridista.
No iba a ser el último. Bale, que llevaba pocos minutos sobre el césped, demostró que los 48 días que ha estado inactivo ya son historia. Con un disparo raso cruzado, el galés anotó el séptimo, para gozo del Bernabéu. El Celta, en su versión más pobre, se libró de que el Madrid aumentara la cuenta en los casi diez minutos que restaban. Los blancos adquieren moral y confianza de cara a la Champions.