Dimitri Payet ha acaparado todo el protagonismo en el primer enfrentamiento de la Eurocopa de Francia. El galo, que milita en el West Ham, fue una de las novedades en el once de Deschamps. Tal fue su exhibición, que el seleccionador francés decidió retirar del terreno de juego a baluartes como Griezmann o Pogba antes que a él. El extremo aportó control al equipo cuando era necesario asentar el esférico, y supo cómo generar peligro en zona de tres cuartos de campo.
Puso de manifiesto su calidad, con un manejo exquisito de la pelota. Encontró los pequeños espacios de Rumania entre líneas y se atrevió a desbordar en el uno contra uno, con una aparente facilidad que asombró a más de uno sobre el césped. Se asocio de forma constante con Matuidi y Kante, y sirvió de enlace con Giroud y Griezmann.
Por la banda, sus centros no defraudaron. Es más, de sus botas nació el primer tanto de su equipo. Balón templado y medido, perfecto para que Giroud abriera el marcador. Cuando el duelo parecía abocado el descanso, se dio media vuelta y, con la izquierda, colocó el balón en la escuadra para desatar la locura en Saint-Denis. Sin duda, el hombre del partido, y la figura que acapara todas las portadas deportivos. El extremo se ha mostrado al mundo. Abandonó el terreno de juego emocionado, bajo la ovación de todo el estadio.
Alberto Puente