domingo, noviembre 24, 2024
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Épica primera Eurocopa de Portugal

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Las leyes no escritas del fútbol dicen que cuando un equipo perdona lo acaba pagando. La final de ésta Eurocopa ha vuelto a poner de relieve que estas reglas no escritas se cumplen con bastante frecuencia. Cómo los funambulistas, Portugal ha estado en la cuerda durante todo el torneo y en la final ha hecho su truco más complicado, ganarle la final a Francia en su casa y sin su estrella Cristiano Ronaldo.

En el minuto 23 se rompía la final, la rodilla de Ronaldo decía basta tras un fuerte choque con Payet. El luso tras el golpe había intentado proseguir, incluso el equipo médico le practico curas intensivas durante cinco minutos pero no hubo manera. En la vuelta al terreno de juego tras ver como no podía reaccionar ante un sprint pedía el cambio.

Hasta entonces, Francia había sido dueño y señor de la final. Después también.

La escena se quiera o no impone. Observar atónito como 75.000 almas entregadas entonan ‘La Marsellesa’, con Saint Dennis engalanado en azul, blanco y rojo provoca el congoje en el rival. Si le añades once atletas (quizás el que menos cumple ese requisito es el rapidísimo Griezzman) que te soplan en la nuca en cada acción, se explica la primera parte de la gran final de la Eurocopa.

Al shock inicial de la fuerte salida de los galos se le sumaba la perdida de Cristiano. Sissoko, el jugador del Newcastle, se convirtió en el martillo pilón de Francia. Al corte, en carrera, rematando en el área o fuera de ella, el jugador francés estaba en todos los sitios y el único de Portugal que parecía pararlo era Rui Patricio.

Paradójicamente, el avance francés menguó a partir del minuto 25. No por el buen hacer de Portugal que hasta el minuto 35 no fue capaz de dar más de cuatro pases seguidos, sino porque Griezzman, Payet y Pogba habían desaparecido.

La segunda parte fue más de lo mismo. La potencia física francesa se estrellaba una y otra vez contra el muro luso. Unas veces la defensa, con un Pepe imperial, otras los aciertos del portero luso, el mejor de largo de Portugal, y por último la poca puntería de Francia abocaron el partido al empate.

Griezzman tuvo una de las más claras tras el centro de Coman, que había salido por un desaparecido Payet, pero su remate se fue rozando el travesaño. Sissoko hizo incluso una segunda parte mejor que la primera y un remate suyo se encontró con una estirada monumental de Patricio.

Ante las continuas acometidas galas, los lusos tenían suficiente con aguantar y no desordenarse. Un partido muy meritorio en el despliegue físico pero con muchas lagunas en ataque. Sirva de ejemplo, que la jugada más peligrosa de Portugal fue un centro envenenado de Nani que hizo estirarse a Lloris, hasta ese momento inédito y ya había pasado el 70.

Cuando el partido parecía abocado a la prórroga, Francia tuvo la última. Tras una fantástica maniobra de Gignac que dejaba sentado a Pepe estrellaba el balón en el palo y mandaba el partido a la prórroga.

Tras los 90 reglamentarios, la prórroga comenzó sin mucho fútbol. Demasiado miedo a perder. Poco de cada equipo, salvo alguna jugada de Francia con Koman como estiletes y un remate de Éder en un córner. 

Todo cambiaría en la segunda parte de la prórroga, no porque mejorara el juego de ambos equipos sino porque Éder se sacó de la chistera un disparo raso que se convertía en el primer gol. Un golazo que vale una Eurocopa. Un zurdazo que se ha transformado en la primera de la historia de Portugal. Portugal había resistido lo inimaginable ante una Francia que lo intento pero que pagó la falta de puntería de Griezzman y la desconexión de jugadores tan importante como Pogba o Payet.

Pedro Ruiz

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