Para el Atlético de Madrid era momento de reiniciar. De volver a comenzar la Champions desde cero, con las dos finales perdidas en el recuerdo, pero con las ganas de intentar, por tercera ocasión, alcanzar algo que nunca se ha logrado en la historia del club. Y eso pasa por ir partido a partido, como le gusta decir a Diego Pablo Simeone. El estreno, ante un conocido del pasado curso, el PSV, al que sí tumbaron en la tanda de penaltis.
El Atlético de Madrid protagonizó un inicio inesperado: tomó el balón y combinó en largas posesiones. Si Zoet no sale a tiempo, quizás Filipe Luis hubiera adelantado a los suyos en apenas tres minutos. La reacción de los holandeses fue inmediata, pero Giménez evitó que Narsingh se plantara frente a Oblak. Instantes después llegó el verdadero susto. Guardado colgó un balón que Héctor Moreno cabeceó para asistir a De Jong, que anotó con otro testarazo. El colegiado, rápido, anuló de forma acertada la jugada.
La sed de venganza, o el mero ansia del triunfo, la cuestión es que la grada se enchufó desde antes del duelo. Cada decisión polémica fue discutida y esta tensión se palpó sobre el césped. Los locales trataron de imponer una elevada intensidad, que podía jugar en su contra a largo plazo. No había dueño del duelo, durante la primera media hora se produjo un continuo vaivén. Saúl y Godín, con dos buenos cabezazos, cerca estuvieron de adelantar a los colchoneros. Hasta Gameiro lo intentó con un disparo que se marchó a córner.
El PSV, en cambio, no perdía la cara al encuentro, y aunque en menos ocasiones, también se sumaba al ataque. Narsingh cayó en el área tras deshacerse de un errático Godín, pero el árbitro tampoco vio nada punible. Los holandeses llegaban, pero no terminaban de probar al meta croata. En el equipo visitante Gaitán y Gameiro empezaron a tomar protagonismo, aunque el tanto que desequilibró el marcador lo anotó Saúl.
Nadie remató, ni despejó un saque de esquina y Saúl aprovechó el balón muerto para disparar. A la primera se topó con un central, pero después si halló el hueco para firmar un golazo. Eso sí, el tanto no debió subir al luminoso ya que Giménez golpeó a Propper en un salto previo. Minutos después, el colegiado se inventó un penalti sobre Narsingh, que había caído varias veces en el área. Guardado asumió la responsabilidad, pero no pudo superar a Oblak en la última acción de la primera mitad.
En el arranque del segundo envite el Atlético logró adquirir el control del encuentro. Era el momento propicio para aumentar la distancia, pero no hubo manera. Gameiro, cada vez más integrado en el juego, gozó de una buena oportunidad tras conectar con un participativo Gaitán y Saúl. El francés se deshizo de Schwaab con un buen recorte, pero al final remató muy desviado. Después lo intentó Filipe, que refrendó sus buenas sensaciones tras el buen encuentro ante el Celta. Griezmann tampoco tuvo fortuna minutos después.
El gol no llegaba y Simeone se empezó a inquietar. El técnico recurrió al banquillo, y en concreto a hombres como Tiago y Carrasco: el primero para aportar el equilibrio, y el segundo para dar verticalidad al equipo. Gaitán y Gameiro, dos de las incorporaciones de este verano, los sacrificados. Y es que la ínfima ventaja hacia peligrar el triunfo. Por fortuna para los rojiblancos, Godín y Giménez, pese al escaso trabajo, respondieron con creces en los últimos minutos. La pareja de centrales desbarató las llegadas de Propper y Narsingh a falta de quince minutos.
Al final tocó sufrir, como casi siempre. Los colchoneros dieron un paso un paso atrás, y Simeone rectificó al sacar al césped a Torres, para retrasar el empuje del PSV. Pero era tarde. Los holandeses se volcaron en el área rival y si no llega a ser por Oblak podrían haber volado dos puntos. El croata detuvo un cabezazo de Pereiro, que remató completamente sólo. Ramselar tuvo la última, pero tampoco logró el empate. Triunfo importante para el Atlético ante un rival que en teoría pugnaría por la segunda plaza.
Alberto Puente