El ‘efecto Voro’ es un hecho. El técnico, que dejará de inmediato su lugar a Prandelli, ha resucitado al conjunto che. El Valencia recibía a un Atlético de Madrid en auge, y la necesidad de un orden estratégico claro se hacía primordial para combatir a uno de los conjuntos más aguerridos y combatibles del mundo. Y los locales dieron la talla, sobre todo en los primeros compases. Ahí mandaron ellos, con buenas transiciones, siempre apoyadas en los laterales (Montoya-Gayá).
El Atlético despierta
Lo que no consiguieron fue armar una ocasión de peligro. Nani no aparecía, y ni Parejo ni Suárez fueron capaces de conectar un buen último pase para Rodrigo. Los rojiblancos, dormidos en el primer cuarto de hora, exhibieron su potencial con una contra guiada por Griezmann que cerca estuvo de materializar Saúl. En ese momento despertaron los visitantes, que revirtieron la situación vislumbrada hasta el momento, con un absoluto monólogo que pudo salirle caro al Valencia.
Griezmann, Gameiro… El Atlético no tuvo problemas para generar juego ofensivo, con los franceses siempre como protagonistas. Sin embargo, las torres de los blanquinegros dieron la talla. Sobre todo Mangala, que si bien no aporta una buena salida de balón, sí garantiza seguridad atrás. Aunque el que más tranquiliza a Mestalla es Diego Alves, que de nuevo fue providencial para mantener las tablas hasta la primera media hora de partido. En el último cuarto de hora se observó más equidad, con un Valencia buenas jugadas en tres cuartos de campo.
Alves puede con Griezmann
Pero la acción más destacada llegó al filo del descanso. Correa, que hizo un buen papel en los primeros cuarenta y cinco minutos, recibió en el área. Por detrás Nani, inocente, metió la pierna y propició el penalti a favor del Atlético. Griezmann, en lugar de delegar en Gameiro, asumió la responsabilidad para resarcirse del penalti fallado ante el Bayern. El francés disparó a un lado, fuerte, y arriba, pero se topó con una leyenda. Alves sacó la mano y detuvo la pena máxima, para confirmar que esa es su mayor virtud.
Griezmann marca la diferencia
Tras el descanso, quedaron bien definidas las posturas de cada equipo. El Atlético de Madrid tomó el balón, y el Valencia se encerró a conciencia, con la idea de salir a la contra. Una fórmula acertada, pues así supo generar peligro. Una buena internada de Montoya, y un buen pase postrero casi permite a Santi Mina (entró por Cancelo) abrir la lata. Los rojiblancos, pese a dominar el juego, perdieron esa capacidad de conectar en las inmediaciones del área rival.
Simeone lo observó y tomó medidas. Incluyó sobre el césped a Carrasco y Torres, y los resultados se apreciaron al instante. El delantero, escorado a la izquierda, buscó el palo izquierdo de Alves. Carrasco recogió el rechace y entregó el balón a Griezmann, que en esta ocasión no falló. Un tanto que provocó la inmediata reacción de Boro, que apostó por Munir como revulsivo.
El Atlético mantuvo su buena inercia, y saco petróleo de una gran jugada de Gameiro. El francés, tras deshacerse de la zaga che, anduvo cerca de ampliar distancias. Mangala despejó mal, y el esférico cayó en los pies de Griezmann, que fue derribado por Mario Suárez. En esta ocasión fue Gabi el que se dispuso a ejecutar el penalti. Su efectividad en Liga era del 100% (seis de seis), pero Alves de nuevo hizo enloquecer a Mestalla con otra parada.
El Valencia dio entonces un paso al frente y asumió excesivos riesgos. Sin embargo, salvo jugadas a balón parada, no ponía excesivamente en peligro a Oblak. El Atlético dispuso de oportunidades para sentenciar el envite, pero Gameiro y Gabi no estuvieron finos. Y esos errores casi condenan al conjunto de Simeone. Los locales, cuando el duelo se acercaba a su fin, gozaron de dos ocasiones clamorosas, ambas generadas con buenos centros. Mangala, tocado, y Mina, rozaron sin fortuna el empate. En la última jugada, Gameiro firmó un golazo para otorgar tres puntos decisivos a los rojiblancos.
Alberto Puente