miércoles, octubre 2, 2024
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El Madrid embelesa al Bernabéu con una portentosa exhibición

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Cuarenta y cinco minutos difíciles de recordar en el Bernabéu. Esta vez sí, la entrada mereció su coste. Las bajas, ya fueran por lesión o decisión técnica, no mermaron al Real Madrid. La versión de la primera mitad rozó la excelencia, con una elevada presión en el área rival y una verticalidad que permitió al equipo de Zidane ser incisivo en los ataques, siempre con los laterales bien abiertos. James, reivindicativo, firmó el primero desde la frontal con un buen zurdazo. Varane amplió distancias con un buen cabezazo, y el colombiano certificó la eliminatoria desde los once metros justo antes del descanso. 

Un Madrid de ensueño

La ausencia de Cristiano por decisión técnica, aunada a las numerosas bajas por lesión, hacía casi imprescindible la presencia de Benzema e Isco. O eso, quizás, pensaba la gran parte del Bernabéu. La realidad es que Zidane mantiene una confianza ciega en la plantilla, y por ello terminó de confeccionar un equipo suplente en la zona ofensiva. En la medular, eso sí, los pupilos que más seguridad otorgan al francés. Ellos fueron los encargados de tomar el balón, muy repartido en los primeros compases, en los que primó la equidad.

El Sevilla fue el primero en tomar el área rival, y con peligro. Correa, en el perfil izquierdo del área, buscó portería pero se topó con Nacho. En el Madrid faltaban soluciones arriba, o esa era la sensación hasta que apareció James. El Madrid, fue incisivo en la presión, halló ahí su baza. Casemiro metió la pierna y le robó el esférico a N´Zonzi en zona de tres cuartos de campo. El balón fue a parar a los pies del colombiano, que amagó, se perfiló con la zurda, y trazó un disparo pegado al poste diestro que no pudo detener Sergio Rico.  

Le vino bien ese gol tempranero al equipo blanco, que empezó a encauzar el envite con mucho sentido. Dejó tocar al Sevilla, y circuló rápido a la contra. Los laterales, bien abiertos, permitieron una ofensiva total. Primero con un centro de Carvajal que casi finaliza Modric con una volea que puso en pie al Bernabéu. Después, Marcelo, de primeas, obligó a Rico a intervenir. El tanto, en cambio, no se hizo esperar. De estrategia, algo en lo que también anda fino el Madrid esta temporada. Varane se elevó y finalizó con un disparo picado.

El ritmo no cayó un ápice, y el Sevilla buscó la respuesta en la relajación del conjunto merengue. Pero Iborra, a portería vacía, y Correa, en el mano a mano, evidenciaron una falta de acierto que los andaluces pagaron caro. Con el envite de cara, el Bernabéu disfrutó. Verticalidad, toque, desgaste… Y gol. El Madrid volvería a perforar la portería rival antes del descanso. James empujó a Modric  una cómica jugada, y el colegiado, de forma errónea, creyó que la infracción fue obra de Mariano y señaló penalti. James asumió galones y se encargó de ejecutar la pena máxima. Engaño, y anotó el tercero.

Una segunda parte sin historia

En el segundo periodo se desvaneció la intensidad. Conscientes de que se trata de una eliminatoria de ida y vuelta, el Madrid abogó por un fútbol más seguro, donde sobresalió el toque pero escaseo la verticalidad exhibida minutos atrás. Sampaoli, que por primera vez pareció equivocarse en el planteamiento, no buscó soluciones en el descanso. Introdujo a Sarabia y Kranevitter, pero su equipo no dio muestras de querer revertir la situación.

A falta de ocasiones, los focos se centraron en las ovaciones individuales que recibieron los futbolistas blancos a los que Zidane quiso retirar del césped. Sobre todo Asensio, que escuchó cómo el Bernabéu coreaba su nombre. No se armó tanto jaleo con James, aunque sí levantó al público el colombiano, que parece haberse ganado otra oportunidad después de semejante exhibición. 

Al final, triunfo merecido de un Madrid al que le bastó con cuarenta y cinco minutos para casi certificar su pase a los cuartos de la Copa del Rey. La ausencia de la BBC no se notó gracias a la acumulación de hombres en la medular, que permitió a los blancos tomar las riendas del partido. El Sevilla, pobre y sin ambición, se marcha para casa con la sensación de que podía haber dado mucho más. 

Alberto Puente

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