La paciencia de Fernando Alonso con McLaren se empieza a terminar. El asturiano tiene asumido que no se juega gran cosa en las carreras de este año, pero cuando ve que el equipo no da pasos hacia adelante en varios meses empieza a desesperarse.
Este domingo el asturiano protagonizó una buena salida. Salió 13º y aprovechó las montoneras de las primeras curvas para situarse en la 11ª plaza. El coche se había mostrado muy lento en los entrenamientos y solo las desgracias de los demás permitieron que no saliera tan atrás como se merecía.
Sin embargo, rápidamente se vio que el 11º era demasiado para un coche así, en un circuito en el que la potencia es fundamental, porque el McLaren no tiene ni velocidad punta ni aceleración. Vettel, Massa y Sainz le dejaron en evidencia en varios adelantamientos en recta en los que la superioridad fue abismal.
Además, el equipo le pedía por radio que administrase el carburante. No había dudas, Alonso conducía al límite y el coche no daba para más, puesto que en las curvas fue capaz de cerrarle la puerta al Ferrari del tetracampeón mundial. Le avisaban de que Felipe Nasr venía detrás, pero que no debía acelerar al máximo. Alonso no pudo más y sacó su carácter.
“No quiero, llevo toda la carrera pilotando como si fuera un amateur”, les dijo Fernando cuando le pidieron que cambiara de mapa. La única meta del equipo era acabar la carrera con los dos coches como fuera. Habían sacrificado la potencia máxima para tener más fiabilidad, pero ni con esas Alonso consiguió llegar a la bandera a cuadros.
En la vuelta 47 de las 70 de la carrera en Montreal, Fernando se quejó por radio de que estaba perdiendo potencia. Tuvo que volver a boxes y aparcó su coche una vez más antes de tiempo, en su tercer abandono consecutivo. Once vueltas después llamaron a Button para que siguiera su mismo camino. Este es el segundo Gran Premio del año en que ninguno de los dos McLaren terminó la carrera. El británico marchaba antepenúltimo en esos momentos y solo estaba por delante de los Manor.