Este lunes 26 de febrero cumple nada menos que medio siglo de vida el piloto más laureado en la historia del Campeonato Mundial de Rallyes: Sébastien Loeb. Sus nueve títulos mundiales, 80 victorias y estadísticas casi imposibles de igualar (salvo, quizás, para Sébastien Ogier, su compatriota, ex rival y ex compañero de equipo) son parte de la leyenda de los rallyes, pero se trata de una figura que realmente trasciende la disciplina mucho más allá. El hecho de que tenga la firme intención de ganar el Dakar en el futuro – como hizo Carlos Sainz en este 2024, siendo ‘Matador’ más de diez años mayor es prueba de ello.
Poco se puede añadir más que no se haya contado sobre Sébastien Loeb, un piloto que se escapa de los moldes actuales. Al contrario que todos los pilotos que empiezan en el karting y, en algún punto de su trayectoria, dejan los circuitos para especializarse en rallyes, Loeb empezó mucho más tarde, debutando en rallyes a los 23 años de edad – debido a que se pasó los años anteriores entrenando para ser gimnasta. El joven alsaciano se quedó prendado de la especialidad y su especial velocidad y sensibilidad, así como un equilibrio que traía de su entrenamiento, pronto le hizo destacar entre los pilotos que entonces trataban de despuntar en el WRC.
Recuerda Loeb que cuando era joven, progresando con coches pequeños como el Citroën Saxo Kit Car con el que corrió tanto en Francia como en sus primeros pasos en el Mundial de Rallyes, siempre le impresionó el Peugeot 306 Maxi Kit Car que entonces corría de manera oficial con François Delecour o los hermanos Panizzi. Tras ganar el Junior WRC en 2001 con el Saxo S1600, sería llevado hasta el equipo oficial de la marca del doble chevrón. El resto, como dicen, en historia.
Entre 2004 y 2012 se convirtió en el amo y señor del WRC junto a Citroën, logrando nada menos que 78 victorias, nueve títulos (todos ellos junto a su inolvidable copiloto y eterno amigo, el monegasco Daniel Elena), una gran épica que sigue resonando a día de hoy. Pero lo que de verdad agranda la leyenda de Loeb es su carácter interdisciplinar: fue capaz de realizar un ‘cameo’ en Le Mans… y, en su segundo intento, logró un segundo puesto con uno de los Pescarolo-Judd, un equipo privado frente al ejército de los Audi oficiales.
Loeb, de los mejores pilotos…que nunca pudieron disputar un GP de F1
Tampoco hay que olvidar que, al contrario de los pilotos de Fórmula 1 que se pasan a los rallyes, estuvo muy cerca de hacer el camino inverso: Red Bull le dio varias oportunidades en test y demostró ser capaz de ser competitivo, pudiendo haber competido en la categoría reina allá por 2009 con la Scuderia Toro Rosso. Por desgracia, la FIA intercedió con cuestiones acerca de la Superlicencia, de modo que Loeb se quedó unos años más ganando en rallyes.
Tras su retirada de los rallyes, le vimos marcar el récord de Pikes Peak en 2013 con Peugeot antes de afrontar dos temporadas con Citroën en el WTCC, logrando victorias frente a gigantes como ‘Pechito’ López o Yvan Müller. Sería al año siguiente cuando, de nuevo con Peugeot, afrontaba el gran reto que perdura a día de hoy: el de ganar el Dakar. Logró varios podios y demostró ser capaz de pelear, pero sin la fortuna necesaria (o la que sí tenían Sainz, Nasser Al-Attiyah o Stéphane Peterhansel).
La grandeza de Loeb llega cuando, cinco años después de su retirada en el WRC, decide realizar pruebas sueltas con Citroën y su inestable C3 WRC…con el que logró ganar el RallyRACC 2018 para sorpresa de todos, reverdeciendo laureles. PSA tuvo la ‘osadía’ de dejarle sin programa para el año siguiente de modo que Hyundai se lo quedó durante dos años a tiempo parcial mientras Loeb seguía obcecado con ganar el Dakar, aunque fuese con maquinaria privada (y de hecho volvió a aparecer por el podio). Otros rallyes en los que ha competido lo ha hecho…con su propio 306 Maxi, una unidad que adquirió como fruto de su verdadera pasión y recuerdo de aquellos mágicos años noventa.
Y así llegamos a la era actual, con Loeb aliado con Prodrive en sus Hunter T1+ (el primer año con Elena, pero después con Fabian Lurquin después de que David Richards poniendo cartas sobre el asunto, fiel a su estilo) tratando de hacerse con el Dakar sea como sea. Volvería a correr el WRC y, en el amanecer de la era híbrida, consiguió ganar el Rallye de Monte-Carlo 2022 con el Ford Puma Rally1, esta vez con Isabelle Galmiche a las notas. A día de hoy, este fue el último de sus míticos saltos mortales en el podio, siendo acompañado por su hija que apunta maneras en gimnasia.
Sobre ‘laissez-faire’ y romanticismo en el motorsport
Tras varios años infructuosos con el Hunter (con victorias de etapa, pero sin llevarse a casa el ansiado Touareg), para 2025 tratará de nuevo de pelear por la victoria en el Dakar, esta vez de la mano de Dacia con su Sandrider (acompañado por Al-Attiyah y Cristina Gutiérrez como compañeros de equipo). La gran prueba de raids sigue siendo su gran obsesión y, muy seguramente, no parará hasta conseguirlo. Igual que ha reescrito la historia en los rallyes, Loeb parece dispuesto a hacer lo propio con el Dakar.
Ahora bien, Loeb no es sólo cifras o estadísticas. Todo lo contrario: es ese ‘laissez-faire’ que le caracteriza, esa magia, una mística que arrastra a miles de seguidores allá por donde va. Un aura especial de un piloto de leyenda, que hace de cada éxito algo verdaderamente especial. Cuando se le pregunta cuál es su secreto, se limita a responder ‘I love driving’. Y no oculta nada: su capacidad de disfrutar de cada segundo de la conducción, más de la improvisación que de la repetición como ocurre con los pilotos de la vieja escuela, define esa forma de pensar que le ha llevado a lo más alto. Sin dejar de ser una persona relativamente discreta, de estatura más bien corta.
De la manera en la que los rallyes se están convirtiendo, o la FIA y WRC Promoter lo están convirtiendo, es casi imposible que en el futuro se repita que haya un piloto con este carisma. Es por ello que la gente desea que aquel Rallye Acrópolis 2022 que no pudo acabar por un problema con la correa del alternador no sea el último de su excelsa historia en el WRC. Los fans sueñan con un último vals de ‘El Maestro’, que vuelva a producirse esa magia que, quizás ahora más que nunca, necesita el Mundial de Rallyes. Eso sí, el Dakar y Dacia son su prioridad número uno en la actualidad.
Tanto Loeb como Ogier (este aún semiactivo o semiretirado, según cómo se mire, aunque sin la misma capacidad de atracción de masas) han redefinido el WRC, además de quitarle por unos años el dominio de la disciplina a Finlandia (hasta la llegada del vigente campeón Kalle Rovanperä. Como los viejos rockeros, parece que sigue dispuesto a dar guerra, de la misma manera que Sainz (con quien compartió equipo en Citroën al comienzo de su era dominante) sigue en activo a sus 61 años. Siempre que aparece el alsaciano con el mono y los guantes puestos, el motorsport se vuelve algo más romántico. Y necesitamos el romanticismo en el motorsport.