La agencia de medición del riesgo Standard & Poor’s advirtió este miércoles de que la recuperación de la banca europea tras tres años de crisis es aún frágil, debido sobre todo a la falta de ingresos y a la incertidumbre en cuanto a la financiación. En un comunicado, S&P explica que detecta una gran disparidad en la calidad de los activos de los diferentes bancos en el continente, y subraya que éstos tienes perspectivas débiles de crecimiento para el 2010.
La crisis puso de manifiesto la insuficiente liquidez y reservas de capital de muchas instituciones, mientras que la recesión de 2009 hizo aumentar las suspensiones de pagos de las empresas e incrementó las pérdidas en préstamos de la mayoría de los bancos.
S&P mantiene unas perspectivas negativas para 25 de los 50 principales bancos europeos, con al menos seis rebajas de calificaciones crediticias en la primera mitad de este año.
«Vemos una perspectiva mixta, pero predominantemente negativa para la calidad del crédito de los bancos europeos en el 2010», declaró el analista Miguel Pintado.
«Varios factores continuarán influyendo en nuestras calificaciones de los grupos bancarios europeos: el apoyo gubernamental, un factor clave; la calidad de los activos y su impacto en la capacidad para generar ingresos; las estrategias de financiación y capitalización en un contexto de cambios en la regulación y el impacto de esa reforma», añade.
Pintado señala que es posible que durante este año continúen las pérdidas en las carteras de préstamos de los bancos, algo que no se frenaría hasta el 2011.
La calidad de los activos continúa bajo presión en España, Italia, Irlanda y Grecia, debido al lento crecimiento económico y a grandes correcciones en sus mercados inmobiliarios, mientras que la situación ha mejorado en el Reino Unido, Escandinavia, Francia y en parte en Alemania, señala la agencia.
La financiación sigue siendo un problema importante para los bancos que dependen de obtenerla de los mercados mayoristas, que han endurecido sus condiciones.
«Creemos que algunos bancos que dependen de financiación extraordinaria de los bancos centrales podrían sufrir si esta fuente cesara de existir», apunta Pintado.