Los veintisiete ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea se reúnen este miércoles en Bruselas, con la crisis de la deuda irlandesa en punto muerto y el riesgo real de desestabilización en otros países de Europa.
El martes por la noche, los dieciséis miembros de la Eurozona (Eurogrupo) analizaron la situación en Irlanda y el peligro de contagio a otros países con dificultades presupuestarias como Portugal.
En los debates del Eurogrupo no participó el Reino Unido, cuyo sector financiero está muy implicado en Irlanda, porque no es miembro del euro, pero sí lo hará este miércoles en la sesión del Consejo de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin).
La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional preparan el rescate del sector bancario irlandés, pese a la resistencia del Gobierno de Dublín, que insiste en que no necesita la ayuda de sus socios internacionales.
La Comisión Europea ha anunciado ya el envío de una misión técnica conjunta con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo a la capital irlandesa para intensificar los trabajos preparatorios de un eventual rescate, centrado en su sector bancario.
En declaraciones a la emisora RTBF, el ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, que participó ayer en la reunión del Eurogrupo, comentó que el problema de Irlanda radica en que el estado «no puede soportar el peso de un sector bancario demasiado grande para el país».
El primer ministro irlandés, Brian Cowen, volvió a insistir ayer desde Dublín en que su Gobierno no ha solicitado de momento ninguna ayuda europea.
Irlanda desea evitar las duras condiciones a las que está sujeto el mecanismo de ayuda europeo aprobado tras la crisis en Grecia la pasada primavera, por considerar que acarrearía una merma de su soberanía.
Entre otras cosas, Dublín teme que sus socios europeos le exijan que genere más ingresos mediante una subida del impuesto de sociedades, que la isla mantiene en el 12,5% para atraer las inversiones de multinacionales.
Sin embargo, la Unión Europea considera esencial restaurar la confianza sobre el sector bancario irlandés para evitar un agravamiento de la crisis de la deuda soberana en toda la región.
El documento, aprobado anoche por los ministros de Finanzas del euro, especifica que las medidas adoptadas por Irlanda para garantizar la estabilidad de su sector bancario (mediante garantías, recapitalizaciones y separación de los activos) no han servido para normalizar «las condiciones de mercado», por lo que han aumentado las preocupaciones que indican la necesidad de «más reformas y medidas de estabilización».
En este sentido, el comunicado celebra que Irlanda se haya comprometido a mantener conversaciones con la Comisión, el FMI y el BCE encaminadas a preparar un eventual rescate, en caso de que el Gobierno irlandés se decida finalmente a solicitarlo.
Sin embargo, todo sigue en el aire pues, como explicó el presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, la decisión de solicitar la ayuda de la comunidad internacional sólo corresponde a Irlanda.