El estallido de la burbuja inmobiliaria, hace ahora tres años, sigue salpicando y causando estragos en muchos frentes: los bancos están viendo cómo se deterioran sus balances, el desempleo en el sector sigue creciendo y las promotoras inmobiliarias no consiguen colocar sus existencias.
Con el mercado prácticamente paralizado y casi un millón de viviendas sin vender, según estimaciones del Banco de España, el ministerio de Fomento, que asumió la cartera de Vivienda en la última remodelación del Gobierno, busca propuestas para recuperar el pulso del agonizante negocio promotor español, que fue el motor de la economía durante los años del boom. Para ello, su titular, José Blanco, ha convocado mañana a los principales bancos a un desayuno preparatorio, que seguirá el miércoles con las grandes inmobiliarias, de cara a la cumbre que celebrarán las tres partes el próximo 2 de febrero.
El sector, que arrastra el estigma de haber sido uno de los causantes de la crisis, esgrime su importancia como generador de empleo y de riqueza en el pasado para reinvindicar que la promoción residencial puede seguir siendo una de las vías de crecimiento de la economía española. Las recetas que proponen no son nuevas. Pero creen que con mayor control pueden convertirse en la solución a los actuales problemas.
La primera idea en la que se está trabajando es en la creación de paquetes de activos inmobiliarios con financiación a medida para que se vendan tanto en España como en el extranjero. Ahora, aunque hay cierta demanda, conseguir créditos para la adquisición es complicado, por ello, un producto “empaquetado” con el respaldo de un banco y una promotora, puede ser la solución. Esto implica una mayor colaboración entre promotoras y bancos.
“Los bancos son ahora las principales inmobiliarias del país, y aunque todos han creado divisiones inmobiliarias, nosotros somos capaces de comercializar mejor los productos, sobre todo si llevan aparejada su propia financiación”, señala un pequeño promotor madrileño. “Ahora nos estamos haciendo una competencia absurda: no vendemos ni una casa porque los bancos no dan créditos que no sean para colocar sus viviendas adjudicadas”, explica Josep Mir, presidente de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Baleares.
El otro clásico del sector es el de convertir el sur de España y otras zonas costeras en una especie de California Europea, que sea el destino de retiro de los ciudadanos del norte de Europa. “Hay demanda, tenemos buenos servicios sanitarios y de transporte y podemos afrontar sin problemas el desarrollo residencial que se pueda generar”, señalan desde la Confederación Nacional de la Construcción. En torno a los servicios sanitarios hay más proyectos. De nuevo la mirada se vuelve a Estados Unidos y allí es el modelo de Houston como ciudad sanitaria el que se querría importar para España, dada nuestra experiencia y éxitos en materia de trasplantes. Esta última propuesta supondría, además de la inversión en ladrillo, un importante desarrollo hospitalario, de investigación y de servicios.
Desde el G-14, asociación que agrupa a las principales inmobiliarias españolas, se ha pedido al Gobierno que se fomente el empleo “que es la mejor vía para que los españoles compren casas y vuelva a haber riqueza”. Desde que se pinchó la burbuja, de los más de cuatro millones de parados que hay en España, 1,2 millones proceden del sector constructor. El sector, además, teme que 2011 sea nefasto, porque debe haber nuevas refinanciaciones de deuda de las inmobiliarias que los bancos van a negarse a acometer.