Las cajas de ahorros son objeto de rechazo por parte de muchos de sus grandes clientes. Los operadores inmobiliarios, por ejemplo, no admiten ahora sus avales hasta que esté claro cuáles llegan a buen término en su proceso de fusión y, sobre todo, cuáles pasan la criba de las exigencias del Gobierno y no son nacionalizadas.
Hay amores que matan o también puede valer el refrán del ojo del amo que engorda el caballo. En espera del Real Decreto de recapitalización de nuestras entidades financieras, lo cierto es que el espectacular apretón del Gobierno a las exigencias de capital de bancos y, sobre todo, cajas, no está teniendo un efecto positivo.
Los planes de Economía pasan por que nuestras firmas financieras tengan más del 8% de core capital pasado el verano, mucho antes que lo que reclama Basilea III. Un brutal 10% para las cajas, concretamente. Una urgencia que tiene todo el estilo made in Elena Salgado, a tenor de sus intentonas catárticas antaño con el vino o el tabaco. Esta presión no satisface tanto al Banco de España, que considera que ahora mismo hay suficiente margen de capital y en el que tampoco está ajena la Oficina Económica de Moncloa, que no es tan radical como Salgado aunque señalan fuentes cercanas a las cajas que también está apretando lo suyo.
La dureza de Salgado tiene su parte de lógica: ella ha sufrido el castigo en la prima de riesgo; los editoriales furibundos de Financial Times y The Economist, así como los rumores de rescate financiero, etcétera. Ella ha tenido que ir de road show, junto al secretario de estado de Economía, José Manuel Campa, por las principales plazas financieras, defendiendo la bondad de la economía.
Y en todas partes se ha encontrado con la misma cantinela: ¿Qué pasa con las cajas? A pesar de que estas entidades de ahorro han servido de excusa perfecta para todos los especuladores bajistas que han sembrado de rumores sobre España, lo cierto es que se han perdido dos años preciosos a la hora de reordenar sin demasiados estragos nuestro sistema financiero.
Ahora, toca hacer a toda prisa lo que no se hizo antes y claro, los excesos suelen pagarse. Cabe decir en defensa del Gobierno que los políticos autonómicos han defendido sus pequeños grandes cotos con armas y bagajes. Pero ahora no va más.
Lo malo es que este apretón que, en teoría llega para que las cajas de ahorros puedan apelar a los mercados sin problemas y con toda la solvencia posible dentro de pocos meses, lo que ha introducido es todavía más incertidumbres.
Los avales de muchas cajas de ahorros (¿de todas?) son ahora rechazados desde muchos frentes, por ejemplo, por parte de los operadores inmobiliarios y de centros comerciales. “Nosotros desde luego, pero no me equivoco si te digo que en los principales firmas está ocurriendo esto”, señala un ejecutivo de una compañía con importantes centros comerciales en España. Una circunstancia contra la que luchan con denuedo los afectados. Desde la CECA, mantienen una prudente postura oficial, aunque confirman que “la pérdida de confianza que se está generando sobre las cajas es fatal sobre nuestra economía”.
Influye de manera negativa en los mercados “y en los precios financieros”. Es decir, si desaparece el papel de las cajas para ofrecer determinados servicios (avales, por ejemplo) vendrán otros que también lo harán… pero más caro.
Marcha atrás
Fuentes del sector señalan que “sin duda, Salgado está buscando la manera de suavizar un poco todo esto; de dar una marcha atrás que no lo parezca”, porque los efectos logrados no están siendo todo lo bueno que se deseaba.
Afortunadamente, no está teniendo lugar fuga de clientes, a los que estas informaciones no hacen mella, sin duda por ser demasiado sofisticadas. La fidelidad a la entidad financiera en España, además, no tiene parangón.
Esta semana, el político convergente Josep Antoni Durán i Lleida, puso el dedo en la llaga y lanzó un serio aviso al Gobierno. En su blog www.duranlleida.cat escribe un post titulado “Salvar les caixes” (Salvar las cajas), en el que corrobora que se les ha apretado demasiado y que muchas están al borde de la nacionalización, si se les aplica estas normas tan rígidas. La presión a la que se está sometiendo a las cajas “no hace más que estrangular el crédito familiar y empresarial”. De la nacionalización sólo puede salir, en su opinión, una venta a un banco extranjero (malo) o estatal (peor, claro).
El caso es que CiU, probablemente el partido con más visión económica del arco parlamentario, no dice ninguna tontería. El Gobierno ha regulado a lo bestia. ¿Veremos una suave rectificación? Muchos así lo desean. De lo contrario, corremos el riesgo de que las cajas sean las más solventes… del cementerio.