Cada año lo mismo: en cuanto se cierran los ejercicios, llega el pago de retribución variable a los ejecutivos del sector financiero: los famosos (hoy, celebérrimos) bonus. En España parece que van a ser pírricos, pero no así en otras entidades internacionales, responsables directas de la crisis que sufrimos todos. En esas firmas, los grandes ejecutivos financieros continúan manejando las riendas con mano férrea, lo que se traduce en pingües ganancias para ellos mismos. Lo digo yo, pero también lo decía ayer la prestigiosa agencia Bloomberg.
En nuestro país se descubre cuándo se han pagado estos bonus en cuanto empieza el baile de ejecutivos de una firma a otra. Cobran y se marchan a otras empresas, con la consiguiente mejora en el sueldo base. Ya ha comenzado a detectarse movimientos, en firmas como, por ejemplo, Credit Suisse. Sin embargo, este año está siendo decepcionante. “Como mucho, un tercio de las cifras de antaño, complementadas, eso sí, con otros pagos diferidos para intentar una fidelización”, comenta un alto ejecutivo de la gestión de activos.
En cualquier caso, más sangrante es lo que ocurre al otro lado del Atlántico. El principal ejecutivo de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, que acumula los cargos de presidente y consejero delegado del banco de inversión estadounidense, defendió el año pasado la congelación de los salarios de los banqueros de Wall Street, en una declaración evidente e indulgente, después de tantos años cobrando unas retribuciones absolutamente indecentes.
Sin embargo, tal como recoge Bloomberg, en el mismo mes en el que hizo esas declaraciones (junio), Goldman reveló que el sueldo base de Blankfein y otros cuatro ejecutivos de primera fila de la firma habían sido triplicados, hasta 600.000 dólares anuales. El propio Blankfein había presumido en voz alta que su sueldo era el mismo durante los últimos 20 años. Eso sí, en 2007, obtuvo un bonus de 68 millones de euros.
Estos banqueros son los que inundaron de papel los mercados mediante sofisticados instrumentos financieros, generando una espectacular inflación de activos que aseguraron tener controlada. La titulización, las modernas coberturas y en definitiva, el reparto del riesgo eran los argumentos que esgrimían estos banqueros para asegurar que no iba a ocurrir nada. Lo demás es conocido: las quiebras de Lehman. Bear Stearns, AIG; el rescate de Merrill y Morgan… Goldman, por cierto, saltó a la fama por ayudar a Grecia a falsear sus cuentas públicas, en un movimiento que casi se lleva por delante a las economías más débiles de Europa, entre ellas España, por supuesto.
Habrá que ver qué ocurre este año con los bonus. Sin duda, nos darán cumplida cuenta las publicaciones anglosajonas, que son inmisericordes en este sentido e informan de ello con la comparativa de la acción de la empresa y la evolución de los beneficios.
Pero esta crisis llega por la economía artificial que se han inventado estos bancos de negocio, cuyos directivos gestionaban pensando exclusivamente en su bonus. Así, si colocaban una ingente cantidad de derivados y estructuras sin subyacente, lo cual generaba un enorme riesgo a medio plazo, no importaba, ya que ellos cobraban, de momento, la recompensa por esas ventas.
Casi cuatro años después del inicio de la crisis actual, cuyo estallido podría situarse en la quiebra de las hipotecas subprime, todo parece seguir igual para estos ingenieros de la falsa economía. Obama intentó una reforma financiera que al final ha quedado totalmente diluida. Pero si retornan los bonus astronómicos mientras arrecia el paro y la pobreza, la sociedad civil debería tomar medidas.
M.L.T.