El Gobierno no dará su brazo a torcer. Sí habrá diálogo, pero no se cambiará ni una coma del «núcleo duro» de la reforma laboral que el Gobierno de Rajoy aprobó el pasado mes de febrero. Así lo ha confirmado la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, en el Congreso de los Diputados, en la primera comparecencia oficial que hace el Gobierno para explicar e informar del transcurso y desarrollo de la octava huelga general de toda la historia democrática española.
Según Báñez, y en absoluta sintonía con lo que ya había confirmado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a su llegada al Parlamento, la jornada se está desarrollando con «total normalidad», y los servicios mínimos se están cumpliendo a la perfección. Tal y como ha explicado la ministra, el deber del Gobierno es garantizar los derechos de los ciudadanos, «tanto de aquellos que han decidido no ir a trabajar, como los que sí lo han hecho». Y por ello ha felicitado a la Fuerzas de Seguridad del Estado, que a su entender, están haciendo un muy buen trabajo, y actuando con «mucha responsabilidad».
La ministra de Empleo no ha querido hacer valoraciones sobre si la convocatoria ha sido un fracaso o un éxito, puesto que aún es pronto, pero sí ha insistido en varias ocasiones en que el consumo de electricidad -uno de los baremos con los que se puede calibrar el seguimiento- ha sido mayor que en las dos convocatorias anteriores de 2002 y 2010. Tras esta matización, Báñez ha advertido de que «la agenda reformista del Gobierno de Rajoy es imparable». Con estas palabras, la ministra sentencia la intención inamovible del Ejecutivo ‘popular’ de seguir adelante con la reforma laboral. Una normativa que ya ha provocado la indignación de una muy buena parte de la sociedad y de una clase política y sindical que la califica como «el mayor retroceso en derechos laborales de toda nuestra historia democrática».
Según la ministra, la principal «preocupación y ocupación» del Gobierno es crear empleo y dar «oportunidades» a los más de cinco millones de parados. Y ha aprovechado esta intervención para volver a resaltar la intención negociadora de su Gobierno. «Hemos tramitado la reforma como proyecto de ley precisamente para escuchar las aportaciones que tengan que hacer el resto de los grupos del Congreso», ha aseverado Báñez, aunque ha asegurado que las «partes troncales» no se modificarán, puesto que el Ejecutivo considera que son «necesarias» para volver a colocar a España «en la senda del crecimiento».
Además, la ministra ha recordado que la reforma laboral se aprobó con «un amplio respaldo parlamentario» y ha insistido en que pone fin a la dualidad que hay en el mercado de trabajo y a «la excesiva rigidez». Dos argumentos que a sus opositores -entre los que se encuentran los sindicatos- aún no convencen. Así que a ellos les ha vuelto a tender la mano del diálogo y ha apelado a su «responsabilidad» con los ciudadanos. «Estoy convencida de que los sindicatos estarán dispuestos a dar lo mejor de sí por el bien de los españoles y de nuestro país», ha concluido la ministra, que espera y confía en que, finalmente, cuando se cierre el periodo de enmiendas a la reforma laboral, el Congreso ofrezca incluso un mayor respaldo al texto del que se le brindó en la sesién anterior.