Los análisis de la prensa alemana sobre la visita a Madrid de la canciller, Angela Merkel, destacan la cordialidad y las facilidades ofrecidas por el Gobierno español al germano. La cumbre tuvo lugar en un día decisivo para el euro, cuando el Banco Central Europeo anunció la compra ilimitada de deuda soberana de los países en crisis en los mercados secundarios.
El Frankfurter Allgemeine titula «La canciller alaba las reformas de Rajoy» y comenta que Merkel expresó «su gran respeto por lo que está sucediendo en España» en su rueda de prensa conjunta con el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy. El diario agrega que Rajoy «evitó comentar» el anuncio de que la compra de deuda soberana estará condicionada, mientras Merkel se limitó a decir que el banco central tiene la tarea de defender «la estabilidad monetaria» y que actúa independientemente.
El Süddeutsche Zeitung titula «Rara vez tan tranquilo como en España» y señala que la canciller se encontró en su visita a Madrid y su entrevista con Mariano Rajoy «con un simpatizante». «El tono y el lenguaje corporal demostraron que se entienden y que no tienen intención de darse grandes problemas el uno al otro», señala el diario, para el que la canciller «lo ha tenido mucho mas fácil en España que en Roma o Atenas».
«Angela Merkel y el día decisivo del euro para España» titula a su vez el diario Die Welt, para el que «Merkel tiene a los ojos de los sureuropeos la llave de su rescate en la mano» y se tomó «con relajo» el anuncio del BCE. Añade que «al fin y al cabo los españoles, según exige el BCE, deberán solicitar el rescate en Bruselas para que el banco les eche una mano con sus compras (de deuda soberana) y les libere del peso de los intereses. Para la canciller se cierra así un círculo: sin condiciones, sin reformas y recortes no habrá dinero».
Subraya que «para Mariano Rajoy significa el acuerdo del BCE que, tras las ayudas a la banca, no podrá evitar presentar una segunda solicitud de rescate a Bruselas. Y esta vez le pondrán condiciones que hasta ahora solo regían para los institutos financieros. Esta es la píldora amarga que Rajoy no quería tragar de ningún modo».