La actividad investigadora ha mejorado ampliamente en la Universidad española en la última década, siendo su contribución crucial para que España haya logrado una cuota mundial del 4% en citas y del 3% en publicaciones, cifras muy superiores a las que representa España en los indicadores económicos habituales, como la renta (2,2%) o las exportaciones de bienes y servicios (2,1%). Con todo, para desempeñar el papel clave que tiene la Universidad en la necesaria transformación del tejido productivo de la economía española, se debe incrementar el peso de las actividades de investigación aplicada y transferencia tecnológica, por su mayor potencial de conexión con las empresas. Asimismo, es crucial que prosiga el avance del empleo de titulados y su acceso a puestos de responsabilidad en las empresas, un proceso en el que España está convergiendo con las economías avanzadas.
El estudio Universidad, universitarios y productividad en España publicado por la Fundación BBVA también muestra que los resultados de las universidades españolas son muy relevantes para los titulados y para el conjunto de la sociedad, pero podrían y deberían ser mayores en cantidad y calidad: se podrían obtener con menos costes y ser mejor aprovechados por el tejido productivo.
La investigación ha sido dirigida por Francisco Pérez, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y director de investigación del Ivie, y Lorenzo Serrano, profesor de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie. El trabajo ofrece un detallado diagnóstico de la Universidad española basado en abundante información estadística.
Los datos analizados en el estudio muestran el retraso español en el ámbito de la investigación aplicada y la transferencia tecnológica, pese a que es crucial para reforzar los lazos entre la Universidad, el sistema productivo y la sociedad. El desarrollo de la transferencia tecnológica en España está muy concentrado, sobre todo en las universidades politécnicas, y su importancia es mucho menor que en la investigación en general. Se tata de una carencia grave que, si no se corrige, limitará las posibilidades de la Universidad de desempeñar las funciones transformadoras de su entorno que se espera de ella y que España necesita.
La escasa orientación hacia la investigación aplicada está generalizada en las universidades españolas, y tiene consecuencias sobre sus ingresos y su capacidad de realizar actividades de transferencia e interactuar con su entorno. En promedio, los ingresos para investigación aplicada representan la tercera parte del total de los ingresos totales de investigación, aunque en algunas universidades politécnicas alcanzan los dos tercios del total. La capacidad de generar recursos de la investigación aplicada es mayor como consecuencia de su especialización científica y de su orientación a las actividades de desarrollo tecnológico y a la colaboración con las empresas.
Necesaria especialización por centros
Uno de los problemas a los que debe hacer frente la Universidad española son las consecuencias de la escasa diferenciación que existe actualmente entre universidades por su especialización en la actividad docente, investigadora y de transferencia. Las implicaciones de esta situación son varias, pero una de las más importantes es que dificulta la identificación de las mejores instituciones en cada una de las actividades y la competencia entre las que pertenecen a grupos realmente similares.
Esa escasa diferenciación de las ofertas de los centros limita, por ejemplo, el papel de la calidad en la competencia por captar a los buenos estudiantes. Además, la falta de diferenciación entre instituciones favorece el error de asignar recursos para investigación a unidades que no obtienen resultados.
Los autores recuerdan que el mayor peso del posgrado en las ofertas de estudios es una de las señas de identidad de las universidades más prestigiosas del mundo en muchas áreas de conocimiento. En este sentido indican que la especialización de las universidades debe conducir a que las que tienen capacidad efectiva de estar presentes en las competencia internacional más exigente tengan el reconocimiento y los recursos necesarios para especializarse más en el posgrado, la investigación y la formación de investigadores. Este objetivo debería abordarse con ambición y realismo.
En todo caso, el estudio considera que la internacionalización es un reto para todas las universidades, no solo para las que aspiran a ser globales. Prevé que la movilidad y el prestigio de los títulos serán cada vez más importantes, sobre todo en los estudios de máster y doctorado, y que en ese terreno existirá una oportunidad de diferenciación y especialización de las universidades que puede ser relevante para el futuro del sistema.
En este contexto, los autores insisten en que los resultados de las universidades podrían mejorar si se promoviera la diferenciación atendiendo a la calidad, ofreciendo información adecuada a los usuarios, incentivando la competencia por los mejores estudiantes mediante el apoyo a la movilidad y señalizando los programas de grado y posgrado de excelencia y mejor funcionamiento.
La Universidad y los avances de la economía española
Durante las últimas dos décadas en España se han evidenciado graves problemas de competitividad y productividad y se ha puesto de manifiesto la necesidad de cambiar el patrón de crecimiento para basarlo más en el conocimiento y la innovación.
El estudio señala que, aunque no suele percibirse así, durante la última etapa expansiva una parte del tejido productivo avanzó en esa dirección, intensificando el empleo de capital humano y tecnológico. De hecho, el crecimiento del capital acumulado en maquinaria y equipos, en particular en dotaciones de tecnologías de la información y la comunicación, mejoró el potencial productivo; además, un tercio del empleo creado entre 1995 y 2007 fue para universitarios, aumentando mucho su presencia entre los ocupados, sobre todo en las empresas de dimensión media y grande.
Todo esto fue posible porque existía una oferta de capital humano abundante, gracias al crecimiento en las décadas anteriores de los titulados de un sistema universitario que duplicó el número de instituciones y triplicó sus alumnos entre 1980 y 2000, año en el que alcanzó un máximo histórico de 1,6 millones de estudiantes.
Modesta contribución al avance de la productividad
Una de las cuestiones analizadas en el estudio es por qué esa mayor presencia de los universitarios en las empresas solo ha contribuido modestamente a mejorar la productividad durante la etapa expansiva que finalizó en 2007. La respuesta a esta pregunta es que, en buena medida, se debe a las propias características del tejido productivo –que dificulta el aprovechamiento del capital humano- y a la juventud y lenta maduración de éste.
La investigación señala que la mayor frecuencia y duración del desempleo de los titulados universitarios en España (gráfico 4) es especialmente dañina en este sentido, ya que la falta de experiencia tiende a reducir su productividad en comparación con la de otros países desarrollados. De este modo, el mal comportamiento estructural del mercado de trabajo español reduce la productividad del capital humano en nuestro país y resta competitividad a las empresas, generando un círculo vicioso en que los problemas de desempleo y productividad se refuerzan mutuamente. Según los autores, mejorar la productividad del capital humano requiere reducir el desempleo de los titulados más jóvenes y el intenso uso que se hace en España del empleo temporal.
Mejoras necesarias
El estudio concluye que el valor añadido que genera la Universidad es elevado pese a las ineficiencias. Ello se debe a que la Universidad produce y transmite conocimiento, un activo que tiene un valor extraordinario en la sociedad actual por ser un factor clave del crecimiento y la mejora de la productividad. Para lograr las mejoras necesarias para que la Universidad sea más eficiente, los autores señalan que deberían llevarse a cabo, entre otras actuaciones, las siguientes:
Perfilar una estructura del sistema universitario más definida, que reconozca la existencia de diferencias de especialización entre las universidades y oriente a cada una a ser más eficiente en su terreno.
Identificar las universidades con mayor capacidad investigadora, concentrar en ellas la formación del profesorado y los investigadores, y poner en marcha medidas que permitan a algunas universidades estar presentes en la competencia internacional.
Todas las universidades deberían implicarse en la internacionalización de la actividad docente e investigadora y la evaluación de procesos y resultados que permita una adecuada gestión de la actividad formativa.
El estudio Universidad, universitarios y productividad en España se incluye en el Programa de Investigaciones Económicas que la Fundación BBVA y el Ivie desarrollan conjuntamente desde hace casi dos décadas, centrado en el estudio con perspectiva de largo plazo del patrón de crecimiento español y su inserción en la economía global. Este Programa ha generado más de cincuenta monografías.