Conseguir más con menos. Esa es la consigna en los últimos años de los impuestos especiales en España. En concreto, con menos consumo recaudar igual o más cantidad de dinero. El secreto es sencillo, Cristóbal Montoro lo lleva haciendo toda la legislatura, no es más que subir y subir los tipos para contrarrestar la caída del consumo. En concreto, si la recaudación en 2008 fue de 19.674 millones de euros, tras más de seis años de crisis la cifra podría alcanzar los 19.894 millones en 2015. Todo ello con una caída del consumo de los bienes gravados que supera de media el 20%.
Los impuestos especiales gravan una serie de bienes como son: las bebidas alcohólicas, la cerveza (se hace distinción entre ambos), los hidrocarburos, tabaco, electricidad y recientemente al carbón. Sobre dichos bienes el Estado lleva a cabo una doble imposición. Esto es: al precio que se venden se les añade una cantidad fija en conceptos de impuestos especiales, primera imposición. Después al total, precio más la cantidad fijada de impuestos especiales, se le aplica el IVA, que también ha subido del 18% al 21%.
La doble imposición viene explicada por las directivas europeas, ya que, consideraron que los impuestos especiales son un incremento del valor total. Por tanto, la Ley del IVA obliga a grabar a toda la base del producto, precio más impuestos especiales.
Dichos impuestos están regulados por la Ley 38/1992 varían unos de otros. Desde el 5% que cargan a la electricidad al más del 85% al tabaco. Los grandes defensores de los impuestos especiales alegan dos principios fundamentales sobre ellos: en primer lugar, su función recaudatoria. En segundo lugar, que a través de estos impuestos, que hacen más caros los productos, se lleva a cabo una función “correctora o políticas directoras” que evitan su consumo abusivo.
Impuestos a los hidrocarburos
El precio de la gasolina y gasóleo que se paga en los surtidores de gasolina viene viciado por el efecto de los impuestos. En 2008 el precio de la gasolina sin impuestos era de 55 céntimos el litro, pero la cantidad que se pagaba en los surtidores ascendía a 1,12 euros. Un 50% del precio real de las gasolinas eran impuestos. En 2013, esa cantidad ha ascendido cerca del 53%.
La recaudación por el impuesto de los hidrocarburos apenas cayó en el espacio de tiempo del 2008 y 2013 pese a que el consumo de carburantes cayó más de un 22% de media. En el caso de la gasolina llegó al 30%, desde los 6.741 millones de litros consumidos en 2008 a los 4.786 millones consumidos en 2013.
En porcentaje, el pago de impuestos por litro de gasolina se dividía así en 2013: el precio sin impuestos eran 71 céntimos de los cuales unos 60 céntimos equivalen a las fluctuaciones del precio del petróleo y cerca de 11 céntimos eran costes fijos. Los impuestos especiales, en primer lugar la cuota general que ascendían a unos 41 céntimos, más la cuota perteneciente a las CC.AA que sumaban otros 6 céntimos. El total, es de unos 1,18 euros al que se le añade el 21% de IVA, es decir, otros 24 céntimos hasta el total de 1,42 euros por litro de gasolina.
Así se explica, que el precio de los hidrocarburos no ha continuado la senda bajista del petróleo. Los hidrocarburos apenas han experimentado una caída de precios del 10 o 12% respecto del más del 50% que ha caído el barril de Brent. Porque ese 50% de caída solo repercute en poco más del 40% del precio pagado en gasolineras. Además, que también actúa el tipo de cambio, cuanto más se devalúe el euro respecto al dólar más caros son los combustibles.
Tabaco
Sin duda, los impuestos al tabaco es uno de los casos más sangrantes del régimen tributario español. En 2013, según los datos ofrecidos por la Agencia Tributaria, el precio sin impuestos de una cajetilla eran de apenas 0,54 euros mientras con impuestos el precio alcanza los 4,3 euros. Es decir, por cada cajetilla de tabaco que se compra se pagan más de un 85% de impuestos.
El incremento de precios de los impuestos desde el 2008 ha permitido a la Administración a mantener los ingresos estables frente a la caída en picado de las ventas. En concreto, la recaudación ha caído un 12% de los 7.200 millones en 2008 a 6.400 de 2013. Mientras, la venta de cajetillas ha caído un 50%, de las 4.310 millones de cajetillas en 2008 a las 2.150 en 2013.
El precio de la cajetilla en 2013 se configuró así: el precio sin impuestos de 0,54 euros, más el impuesto especial específico que aumenta el precio en 0,43 céntimos, más el proporcional que añade otros 2,26 euros y el margen comercial que es 0,37 céntimos. En total, son 3,6 euros a los que se le aplica el IVA del 21% que suponen cerca de otros 0,74 céntimos que da el total de los 4,3 euros.
Alcohol y cerveza
La Agencia Tributaria diferencia los ingresos por los impuestos a las cervezas y los de otras bebidas alcohólicas. En principio, se pagan en función del grado de alcohol que poseen, a más grados más impuestos.
Las bebidas alcohólicas de media pagan por concepto de impuestos cerca de un 44% del precio total. Ese porcentaje ha crecido un 10% en los últimos 5 años por decisión del Gobierno. En 2013, la media por litro de bebida alcohólica era de 11,93 euros mientras que el precio sin impuestos era de 6,80 euros. El impuesto especial encarece en 3,05 euros el precio inicial, a lo que se añade cerca de 2,07 euros en concepto de IVA.
La carga tributaria en la cerveza es más baja que en las anteriores bebidas, ya que supone un 23% del precio que paga el consumidor, en 2008 ese porcentaje no llegaba al 20%. La mayor parte del coste recae sobre el IVA y no sobre el impuesto especial que representa apenas 10 céntimos por litro de cerveza.
Electricidad
La recaudación a través de los impuestos a la electricidad también son una parte importante de la recaudación total con una cifra que puede alcanzar los 1.500 millones en 2015. Dichos gravámenes se encargan de gravar la fabricación y distribución de la energía eléctrica. Cuando se habla de la factura eléctrica de los hogares hay que reseñar que cerca del 60% de su pago es dinero que va a la Administración, aunque no en forma de impuestos.
Los impuestos, tanto el especial como el IVA, representaban en 2013 un 22% de la factura. El otro casi 40% que se lleva la Administración de cada factura de luz es para pagar los denominados costes fijos del sistema. Son el transporte, la distribución, las subvenciones a las renovables, al carbón o la moratoria nuclear.