Grecia y Europa siguen sumidos en su particular tira y afloja. Mientras Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ha convocado una reunión entre Alemania, Francia, Grecia, el Eurogrupo y el Banco Central Europeo. Alexis Tsipras, primer ministro de Grecia, ha asegurado este viernes que Grecia no tiene ningún problema de liquidez.
“No hay ningún problema de liquidez a corto plazo en Grecia. Cumpliremos nuestros compromisos hacia los ciudadanos griegos, pero también con nuestros acreedores. No hay ningún problema, todo está bien, y también los depósitos bancarios en los bancos griegos están a salvo», ha dicho Tsipras en rueda de prensa al término del Consejo Europeo.
Según el primer ministro griego los acuerdos alcanzados durante la minicumbre con Alemania, Francia y las instituciones europeas porque, según su interpretación, «no hay medidas de austeridad» ni «un compromiso de superávit del 3,5% del PIB» que se exijan a Grecia.
«En la reunión con la canciller Merkel, el presidente Hollande y los representantes de las instituciones, les pregunté si esperan que complete esta quinta evaluación (del programa de rescate) y aplique medidas que el señor Samaras (el ex primer ministro conservador) no fue capaz de aplicar. Y la respuesta fue no», ha asegurado.
La realidad es distinta de la que describe Tsipras. Grecia está en el punto de mira de las instituciones europeas que ya no ven necesario que pueda seguir en el euro. Obviamente, no se reúne a Angela Merkel, François Hollande, Jean Claude Juncker, Jeroen Dijsselbloem y Mario Draghi por problemas técnicos o unas décimas en el déficit primario. La realidad en Grecia es que puede hacer un impago éste mismo mes y podría desembocar en una salida del euro no forzada.
El primer ministro griego espera que, tras la presentación de las reformas, se libere un primer tramo de los 7.200 millones de euros pendientes del rescate, en concreto los 1.900 millones correspondientes a los beneficios obtenidos por los bancos centrales por la compra de deuda griega.
También ha agradecido la decisión del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, de acelerar en 2015 el pago de 2.000 millones de euros de fondos europeos asignados a Grecia, lo que a su juicio servirá para hacer frente a la «crisis humanitaria» que vive el país.
Tsipras ha dicho que no tiene ninguna intención de destituir a su polémico ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y que tampoco hay vuelta atrás a un sistema de troika en el que los representantes de la Comisión, el BCE o el Fondo Monetario Internacional puedan tener libre acceso a los ministerios.