Las finanzas griegas siguen deteriorándose a velocidad de crucero. A las puertas de cerrar un posible acuerdo entre el nuevo gobierno heleno y Europa, las cuentas no terminan de salir en Atenas. La última medida desesperada ha sido la de emitir una orden legislativa para que las entidades del sector público transfieran al banco central sus reservas en efectivo inactivas. La idea es mejorar la escasez de fondos que atraviesa el país.
El principal problema de Grecia es que todavía no ha entregado una lista de reformas que haya convencido al Eurogrupo. Sin la aprobación de los ministros de economía de la eurozona, Grecia no recibirá parte del rescate que necesita para hacer frente a sus pagos. Sin pacto el país heleno no podrá continuar en el euro porque tarde o temprano caerá en ‘default’ y se precipitará su salida. La nueva fecha límite para llegar a un acuerdo es el 24 de abril aunque en realidad será en verano cuando se quedará sin dinero.
Grecia ha estado recurriendo a las reservas de fondos de pensiones y de entidades del sector público a través de pactos de recompra para cubrir sus necesidades de financiamiento.
La medida anunciada este lunes excluye a los fondos de pensiones y a algunas firmas estatales. Asimismo, las reservas de efectivo que necesitan estas entidades para sus necesidades de pago inmediatas también quedaron excluidas de la regulación.
Las dificultades de Atenas para obtener fondos constatan cuán extremas se han vuelto las necesidades financieras para el primer ministro griego, Alexis Tsipras, mientras intenta convencer a acreedores extranjeros de que extiendan una nueva ayuda financiera al país.
Grecia debe pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI) casi 1.000 millones de euros el próximo mes de mayo. El país ha subrayado su voluntad de honrar las obligaciones de su deuda.