domingo, noviembre 24, 2024
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Grecia, cuando sí se puede ir a peor

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En apenas unos meses con Syriza al mando los problemas de Grecia se han acrecentado. El nuevo Gobierno apenas tiene dinero para aguantar sus pagos hasta verano, mientras que el Financial Times ha publicado que el pago de las pensiones se ha retrasado. La recaudación de impuestos está en mínimos. Además, se ha producido una importante fuga de capitales desde que en diciembre se convocaran elecciones anticipadas con Syriza como posible ganador. Aunque lo peor es que el acuerdo con Europa está encallado en unas negociaciones que no avanzan. La suma de todas esas situaciones podría empujar al país al impago oficial, seguido por un corralito bancario y finalmente le dejaría fuera del euro.

Aunque la cosa no estaba bien, en apenas unos meses no es que la situación no haya mejorado, es que ha empeorado considerablemente. La deuda pública está en máximos históricos y hay problemas acuciantes de empleo, ambas cosas consecuencia de una etapa de exceso de gasto de dinero público. El gasto respecto a los ingresos se disparó con los otros gobiernos, ya que en 2007 era del 250%; en 2010 superaba el 350%, y en 2011 marcaba un máximo del 400%. Las anécdotas del despilfarro del dinero público son ya conocidas, recogidas en el libro ‘Boomerang’, de Michel Lewis.

Aunque los datos eran demoledores también se habían hecho ciertos avances en la mejora de la economía griega. Por ejemplo, en el espacio temporal de 2006 al 2013 Grecia había sido capaz de reducir su gasto corriente un 18,4%. En España en el mismo periodo se ha incrementado un 9,2% (y eso que lo llaman austeridad). Los ingresos por su parte, habían mejorado un 2,5% entre el 2006 y 2013, en España en ese espacio han caído un 3,7%. Incluso la economía había repuntado en 2014 un 0,8%, por primera vez tras seis años de duras caídas del 5% de media, con un descenso máximo en 2011 del 8,9%.

Sin pacto no hay solución

El último Eurogrupo celebrado en Riga fue un claro ejemplo de la marcha de las negociaciones entre Grecia y el resto de Europa. Los ministros de Economía de la zona euro fueron especialmente duros con Yannis Varufakis, ministro de Finanzas griego. “Lo han machacado”, aludían algunas fuentes europeas. Eslovenia fue el país más duro con el ministro de Finanzas heleno. Los centroeuropeos pidieron formalmente un plan b para cuando Grecia abandone el euro. Incluso llegaron a una encarnizada discusión ante la noticia de que Grecia quería abonar una paga extra en las pensiones. “¿Tiene usted dinero para pagar una decimotercera mensualidad en las pensiones? Yo no lo tengo y usted me está pidiendo que se lo pague”, le espetó el ministro esloveno.

Varufakis, experto en la materia matemática aplicada a la economía denominada ‘Teoría de Juegos”, pensaba que podría intimidar al resto de socios europeos. Es como si un Smart lanzado en una carretera de un solo carril pudiera amedrentar a un camión que viene en dirección contraria. Si el conductor del utilitario decide no reducir velocidad y salirse de la carretera las consecuencias son desastrosas, así que la única solución es cambiar de conductor.

Dicho y hecho. El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, ha decidido apartar a Varufakis. A partir del pasado lunes es el número dos del ministerio de Asuntos Exteriores el encargado de negociar con la troika para llegar a un acuerdo. El pacto con los socios europeos es la única alternativa viable para Grecia, y más al conocer en varias encuestas que más del 70% de los griegos prefiere llegar a un acuerdo para permanecer en el euro. Según la Encuesta Global de Mercados Bloomberg, Grecia tiene un 52% de probabilidades de abandonar el euro, casi ha duplicado el porcentaje respecto a enero.

Aunque esa posibilidad es complicada por varios problemas políticos:

1.– Syriza debe llevar a cabo un plan de reformas que convenza a todos los socios europeos. Se necesita unanimidad para que se pueda llegar a un acuerdo, un solo ‘no’ de algún miembro bloquea las negociaciones. Además, el modo de proceder con Grecia es dar el dinero cuando se aprecien cambios, hasta entonces no habrá dinero.

2. – Un ala extrema en Syriza (que es una coalición de izquierda radical) no está por la labor de votar a favor de un plan de reformas como el que exige el Eurogrupo. Se trata de unos 30 diputados de los 149 que son necesarios para sacar adelante cualquier reforma.

3. – El acuerdo debe ser votado también en tres parlamentos europeos además del griego y no van a poner ninguna facilidad. En Alemania, por increíble que parezca, Angela Merkel ya ha recibido críticas por dar facilidades a los griegos. Además, tampoco ayuda que los griegos hayan exigido las reparaciones por daños de la II Guerra Mundial. Finlandia tampoco pondrá facilidades, los partidos más severos con los griegos han obtenido más representación tras las últimas elecciones del pasado domingo. Holanda es el tercero en discordia en poner las cosas duras a Syriza.

Sin acuerdo es imposible desbloquear el nuevo tramo de ayuda del rescate griego, de unos 7.200 millones de euros y sin esa ayuda la salida del euro con todo lo que conlleva es cuestión de meses.

Difícil situación económica

El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, reconoció que es “imposible” que el país heleno pueda hacer frente a sus compromisos. Hasta septiembre debe pagar 10.000 millones al Fondo Monetario Internacional y al Banco Central Europeo, además, de 2.500 millones cada mes en concepto de salarios y pensiones. Hasta el momento, Grecia va tirando de reservas propias y préstamos de urgencia aunque así no aguantará mucho tiempo, las últimas noticias hablan de retrasos en los pagos de las pensiones.

La situación de la banca griega es preocupante, tanto que los datos ofrecidos por Mario Draghi han hecho comprender a Tsipras que el acuerdo con el Eurogrupo es vital. Las entidades helenas han perdido ya más de un 20% de su capitalización lo que en condiciones normales ya hubiera provocado un ‘corralito’ en el país, la fuga de capitales que provocó el corralito en Argentina era inferior a esa cifra. La banca de momento funciona gracias al mecanismo de financiación de emergencia, ELA (Emergency Liquidity Assistance), que se amplió recientemente hasta los 71.000 millones.

La confluencia de la caída de recaudación (en enero marcó máximos del -23%), junto con la fuga de capitales, la falta de reformas y el aumento del gasto público que implica el programa y decisiones de Syriza, unido a su posición negociadora han disparado la probabilidad de quiebra. La solvencia de un país se mide por los denominados CDS (Credit Default Swaps o permuta de incumplimiento crediticio) que se han disparado en los últimos días. Aunque cayeron algo tras el anunció de apartar a Varufakis, al igual que su prima de riesgo.

Medidas desesperadas

La mala situación económica ha llevado al Ejecutivo a realizar ciertas medidas a la desesperada para mejorar esa situación. La última semana de marzo Syriza decretó una amnistía fiscal. La medida recaudó 147 millones, una cantidad muy pequeña para aliviar los problemas de liquidez. Ahora ha planteado una nueva ley para permitir a los griegos declarar el dinero oculto en el extranjero sin multas y con gravamen reducido, es decir, una nueva amnistía fiscal (al igual que hizo el PP en 2012).

Otra propuesta polémica de Syriza fue pedir a todos los organismos públicos que ingresaran en el Banco Central griego todo el efectivo que tenían en sus cuentas. Las críticas llegaron desde varios sectores. La más dura fue la de Giorgos Kaminis, alcalde de Atenas, que la tildó de “inconstitucional”.

Dentro de ese problema de liquidez se encuentra una de las últimas meteduras de pata de Syriza. Los griegos devolvieron por error hasta 1.200 millones a Europa, una cantidad que representa la mitad de los sueldos públicos de Grecia de un mes. La situación se produjo cuando los helenos devolvían al EFSF hasta 10.900 millones que habían sobrado de la recapitalización de la banca griega, a las que se la inyectaron cerca de 48.000, aunque en realidad la cantidad que debía devolver eran solo 9.700, ya que los 1.200 millones restantes no eran bonos, sino que formaban parte de la caja.

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