lunes, septiembre 23, 2024
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El tándem Tsipras-Varufakis, los peores negociadores de la historia

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El tiempo y la historia valorarán el proceso de negociación, las consecuencias y el final de la crisis griega. Pero hoy por hoy, Alexis Tsipras, primer ministro heleno, podría considerarse el peor negociador de la historia. O el mejor, si su objetivo es abandonar el euro como víctima. Con la inestimable colaboración de su ministro de finanzas, Yanis Varufakis.

Instalado en un doble mensaje desde su llegada, no solo ha conseguido irritar a todos los acreedores o ser el primer país de la historia con una economía desarrollada en impagar al FMI. Las tácticas de negociación de Tsipras y Varufakis han sumido al pueblo griego en una situación límite, con una fuerte destrucción de empleo y, lo más grave, un control de capitales que no tiene visos de solucionarse fácilmente.

No se quiere acuerdo ni nunca se ha querido

La situación es inexpicable: Tsipras provoca que el caos se apodere de Grecia (era totalmente consciente, ya que el Banco Central Europeo le había avisado en varias ocasiones de la situación de la banca griega) no aceptando un acuerdo que decide aceptar horas después de que se haya cumplido el plazo.

No acaba ahí la cosa, ya que horas después de aceptar pide que se vote que ‘no’, en un referéndum que saca adelante con la ayuda de formaciones extremistas como Amanecer Dorado y ANEL, al acuerdo que él mismo ha aceptado.

La cosa sigue porque Tsipras vende a la población griega que el ‘no’ le dará más fuerza para negociar con Europa, cuando casi la totalidad de los altos cargos y mandatarios europeos han dicho por activa y pasiva que un si vence el ‘no’, Grecia se verá obligada a abandonar el euro.

El 'Grexit' no sería una decisión recurrible o una expulsión por parte de sus socios europeos. La única salida del euro que podría producirse sería siempre voluntaria, es decir, a petición de Atenas. Ella vendría por una situación ingobernable que se podría iniciar el próximo 20 de julio, cuando Grecia debe abonar 3.460 millones de euros al BCE. En ese momento, (como explica Miquel Roig) ante un impago, Mario Draghi apretaría su botón rojo y a la banca griega solo le quedaría la posibilidad de ser liquidada: a través de quitas en todos los depósitos (incluidos los que estén por debajo de 100.000 euros) o con una nueva divisa. Grecia en el euro pero sin euros, emitiendo una moneda paralela (dracmas) que se depreciaría con velocidad obligaría a Atenas a pedir la salida voluntaria del euro.

Victimismo y soberanía

El órdago de Tsipras con la convocatoria del referéndum el domingo 5 de julio se ha querido disfrazar de un aura democrática que olvida varios detalles. En primer lugar, curiosamente, solo lo partidos más radicales de Grecia han votado a favor de la propuesta. Junto a Syriza, que es una coalición de izquierdas, se ha unido el partido de derecha nacionalista (ANEL) y el partido neonazi de Amanecer Dorado.

El tiempo de la consulta también marca que la propuesta no se ajusta a la negociación. Si la idea de Tsipras era convocar un referéndum ha tenido cuatro meses para llevarlo a cabo. Es más, en mayo el ministro de finanzas de Alemania, Wolfang Schäuble, dejó la puerta abierta a un referéndum “si quiere convocar un referéndum, que lo convoque” en un monumental enfado. Por eso, si la idea de Tsipras hubiera sido llevar a cabo un referéndum desde el principio, para qué esperar a que expirase el programa de rescate. A no ser que el ‘no’ el 5 de julio sirva de excusa para que Syriza pida una nueva renegociación y el Eurogrupo se lo deniegue. La culpa sería de otros que no quieren negociar con ellos, no de la propia Syriza. El caos no sería culpa de los demócratas griegos sino impuesto por los acreedores.

Por último, como explica perfectamente un artículo publicado por Roger Senserrich en Politikon.es, “la idea de que un referéndum en Grecia sobre los términos del acuerdo es democrática parte de la falacia que el resto de los gobiernos de la eurozona no tienen legitimidad democrática propia. Tsipras, protestando la imposición de la troika, quiere dar la voz a 11 millones de griegos para redefinir los términos de su relación con Europa. Los representantes del resto de estados de la unión, sin embargo, son los gobernantes legítimos de estados con 323 millones de habitantes, y no tienen ningunas ganas que 3% de la población del continente proclamen tener derecho a veto sobre el 97% restante”.

Mientras Tsipras juega al bueno y al malo, Grecia está hundida

El corralito impuesto el lunes es solo una más de las penurias que están atravesando los griegos desde la llegada de Syriza. Las restricciones monetarias han agravado la situación en hospitales del norte del país donde se están enfrentando a un grave problema de desabastecimiento de comida. Además, según han publicado varios medios helenos más de una docena de ambulancias se han quedado sin combustible en la región de Thessaly.

La situación de los pensionistas también es complicada. El primer día con restricciones de capitales coincidía con el día de pago de las pensiones y pilló a muchos de ellos sin tarjeta y con los bancos cerrados. La solución fue abrirlos solo para entregar las pensiones aunque se están produciendo verdaderas avalanchas para poder acceder a cobrarlas. En los supermercados o gasolineras había numerosas colas, las imágenes hacían más referencia a un país sudamericano que a un país europeo. Al igual que los cajeros o las gasolineras.

En definitiva, abandonar el euro como víctima que parece que es lo que juega Tsipras solo ha traído de momento sufrimiento. El juego de desgaste y contradicciones aunque apoyado por algunos políticos como Alberto Garzón o Pablo Iglesias, ha sumido a Grecia en un caos y un sufrimiento innecesario.

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