El desplome de las Bolsas chinas es un nuevo episodio en la historia de las burbujas y su posterior pinchazo. Rápido, demoledor y doloroso para los ahorradores que se habían animado al calor de los aumentos. En abril Bloomberg ya alertó de que “la Bolsa del país asiático (China) será impredecible y demasiado dependiente del sentimiento de los inversores”. En definitiva, el llamado ‘efecto rebaño’ que tan común es en las burbujas.
El principal problema del pinchazo bursátil chino, así lo ha confirmado el Fondo Monetario Internacional, es que involucra a la segunda economía mundial. Por tanto, para bien o para mal todos los demás países miran con cierto temor como en pocas sesiones se han evaporado hasta 3 billones de euros, desde los 8,9 a los 5,9 billones de valoración bursátil al cierre del miércoles. Todo pone de relieve el principal problema que todos los analistas ven en China, una bomba de relojería integrada en su interior, una burbuja inmobiliaria que se está desinflando poco a poco y ralentizando su economía.
A esa ralentización se sumaría otra circunstancia con el deterioro de las bolsas. La clave radica en que las carteras de valores se utilizan como garantías (colaterales) para que economías domésticas y empresas puedan percibir crédito y permitir un mayor crecimiento de la economía. Karlis Smits, del Banco Mundial, advirtió a las autoridades chinas que la corrección de los precios de los activos bursátiles es una de las principales amenazas para el crecimiento de China. Por ello, una simple corrección de mercado podría hacer tambalear el sistema chino y por contagio la economía mundial.
Creación de la burbuja
La evolución desaforada de la bolsa hacía presagiar un final en pinchazo y colapso, más aún, al conocer los datos de ese calentamiento. En primer lugar, los tres grandes actores que han propiciado la evolución a alza bursátil son de sobra conocidos en la formación de las burbujas.
El primero de ellos ha sido el propio Gobierno chino que con sus políticas expansivas, para contrarrestar el desaceleramiento de la economía, habían instaurado elevando el precio de las acciones de forma artificial. Los fundamentales bursátiles no habían cambiado, sino las expectativas por el dinero fácil del Gobierno.
El segundo actor que ha intervenido han sido los broker chinos, que han hecho un gran negocio en los últimos meses gracias a comprar valores muy apalancados, esto es, muy endeudados.
Por último, el tercer y más importante actor de la secuencia burbujera: la masa de personas que invierte sin conocimiento esperando ganar. Cerca de 90 millones de ahorradores chinos. En el gigante asiático hasta un 85% de la cuentas pertenecen a pequeños inversores, muchos han llegado hace pocos meses al calor de las rentabilidades. No se debe subestimar a la población china. Si bien percibe salarios muy bajos, tiene una de las tasas de ahorro más altas del mundo y esos ahorros han ido en muchos casos directos a la Bolsa. Bloomberg señaló en abril que entre los inversores chinos había una gran cantidad de ellos que no tenían estudios de secundaria y se movían por impulsos. “Existen evidencias sólidas de que el 78% de la revalorización se ha movido por impulsos más que por fundamentales”, explicaba el estudio.
En el último año el índice de Shanghái se había revalorizado un 150% y el de Shenzhen (donde se encuentran casi todas las empresas tecnológicas) un 200%. Incluso ha habido acciones cuyo valor se disparó un 4.200%.
En definitiva, ya en abril cuando la Bolsa de Shanghái superó los 3.800 puntos (máximo en siete años) existían indicios de la más que probable burbuja china. Aún así, en apenas dos meses más (hasta junio) subió otro 34% hasta tocar el máximo cercano a los 5.170 enteros. Ahora casi un mes después ha caído hasta los 3.600 en un fuerte impulso bajista, aún así se debe recordar que en todo 2014 el índice nunca superó los 2.500 enteros.
Frenar el desastre
El Gobierno chino ha puesto todo su empeño en estabilizar la situación. Una de las primeras medidas tomadas por el Banco Central chino (PBoC) ha sido inyectar dinero a las propias Bolsas a través de la Corporación de Financiación del Mercado de Valores de China (CSF, por sus siglas en inglés). La aportación a la CSF, la entidad estatal de crédito, va destinada a dotar de mayor liquidez al sistema y salvar a los más de 90 pequeños ahorradores junto con los brókers y en definitiva al mercado. Un consorcio de estos últimos, subrayó el pasado sábado que tenían la intención de destinar un 15% de sus activos para mantener los índices.
La inyección de liquidez no ha sido la única medida. La Comisión Reguladora del Mercado Asegurador de China anunció que permitiría a las aseguradoras incrementar sus inversiones en renta variable. Además, la Plataforma de Intercambio de Futuros de China anunció el incremento del valor del contrato de futuros a pagar en las transacciones.
Las autoridades chinas también han decidido actuar via directa sobre las grandes empresas, a las que ha exigido que vendan más acciones de sus filiales que cotizan en Bolsa. Incluso muchos directivos se han visto obligados a comprar acciones de sus compañías. En la noche del miércoles, la Comisión Reguladora del Mercado de Valores decidió prohibir a los grandes accionistas de las firmas (aquellos con más de un 5% del capital) que vendan títulos de las compañías durante los próximos seis meses.
Con ese panorama tan adverso hasta 2.800 empresas han decidido a lo largo de la semana suspender su cotización en las bolsas de Shanghái y Shenzhen de forma voluntaria.