El debate catalán ha tenido muy pocos informes claros sobre las consecuencias que tendría una independencia. Al contrario, por ejemplo, que lo ocurrido en el referéndum de Escocia donde un gran número de expertos ofrecieron diversos estudios sobre las durísimas consecuencias que tenía el ‘sí’.
Un bando repite un mantra continuo de desastres mientras el otro se limita a hacer sus cuentas y señalar que los datos obedecen a una campaña de miedo. Todo ello a pesar, de que los estatutos europeos dicen lo contrario. La experiencia griega tiene mucho que decir, las advertencias que se lanzaban desde Bruselas y Europa se encuadraban en lo que denominaban una táctica de ‘miedo’. Al final, una fuga de capitales un corralito un durísimo tercer rescate y un país precipitado al abismo. Cataluña podría ser el siguiente.
¿Pertenencia a la Unión Europea?
Ante la secesión de Estados las reglas que se aplican en lo referido a la cuestión de qué ocurre con los tratados firmados por los Estados predecesores, por el Convenio de Viena de 1978 son básicamente dos: La primera es la denominada ‘tabla rasa’, por la cual, el nuevo Estado tiene derecho a pertenecer a los tratados multilaterales que el Estado predecesor. A la ‘tabla rasa’ solo se puede adherir aquellos países en situación de libre autodeterminación, es decir, aquellos que han sido colonizados u en opresión. El segundo, es el denominado de ‘continuidad’ que permite al nuevo Estado permanecer en los tratados multilaterales que el predecesor. Queda claro, que una Cataluña independiente podría acogerse a la segunda y formar parte de la Unión Europea, pero no es tan fácil.
Explicaba Romano Prodi en 2004 que “una región que se independice pasaría a ser un tercer Estado con respecto a la Unión y los tratados dejarían, desde el día mismo de la independencia, de ser aplicados en su territorio”. Por tanto, debería pedir una adhesión a través del artículo 49 del Tratado de la UE, y para ser aceptado debería contar con el consentimiento unánime de todos los miembros, y resulta difícil pensar que España le daría el consentimiento.
Pero no solo el 49, sino también el 52 del TUE que enumera la lista de países, para ser incluido Cataluña necesitaría de unanimidad. En definitiva, el proceso queda en el aire aunque sin una ruptura amistosa Cataluña se vería fuera de la Unión Europea casi con toda seguridad.
¿Fuera del euro?
El caso de seguir formando parte de la zona euro recoge ciertas similitudes con la pertenencia a la Unión Europea. Convertirse en un tercer Estado expulsa directamente a Cataluña del euro provocando un caos económico similar al que se temía en Grecia. Entre los países que se encuentran fuera del euro y siguen operando con él podemos encontrar de dos tipos: Por un lado, aquellos que han alcanzado un acuerdo satisfactorio como Andorra o Mónaco, que de nuevo necesitaría de la unanimidad de los miembros. Por otro lado, países como Kosovo o Montenegro que según explica Bruselas: “Estos territorios usan de facto la moneda única pero no son parte de la eurozona, lo que, significa que tienen que comprar los billetes y las monedas a través de bancos comerciales y tampoco tienen representación en el BCE, El Eurogrupo o el MEDE”.
Una Cataluña independiente se vería obligada al segundo escenario, aunque se intente vender que podrían aproximarse al primero. ¿Qué escenario se abre? Sin representación en Fránfort los bancos locales no podrían ser financiados por el BCE. La propia Generalitat advierte que “los activos financieros emitidos en Cataluña (incluida la deuda del Estado) no podrían ser utilizados como colateral de las operaciones de crédito del BCE”. En definitiva, se produciría una contracción del crédito al encarecerse el dinero. Incluso en el informe octavo sobre “Política Monetaria” de la Generalitat se decía que usar el euro como Montenegro sin participación en Fráncfot sería fatal.
¿Se van los bancos?
Las dos grandes entidades catalanas Caixabank y Sabadell ya han advertido que abandonarían la región en caso de decretarse la independencia. Fue a través de un comunicado de la patronal bancaria la Asociación Española de la Banca (AEB) y la patronal de cajas de ahorro Ceca. En el escrito señalaban que “los riesgos que para la estabilidad financiera comportaría cualquier decisión política que quebrantara la legalidad vigente y conlleva la exclusión de la UE y del euro de una parte de España”.
No se trata de una “politización de la banca” como ha señalado el consejero delegado de Economía de la Generalitat, Andreu Mas Colell. Tampoco se trata de “amenazas” como asegura el número una de ‘Junts Pel Sí’ Raül Romeva o Pablo Iglesias. No es un mensaje de miedo sino de sentido común. Fuera del euro los activos financieros no sirven como colaterales (garantías) por lo que el BCE no podría financiar a los bancos catalanes eso significa que se cerraría el grifo de la financiación y se quedarían sin euros para operar. Por tanto, mientras una Cataluña independiente estuviera fuera del euro los principales bancos abandonarían el territorio, no por presión sino para salvaguardar su negocio.
¿Habría corralito?
Se trata del escenario más improbable pero no por ello imposible. El Gobernador del Banco de España, Luis María Linde, señalaba que existía un riesgo de corralito en una Cataluña independiente. El Gobernador alertaba que son “futuribles altamente improbables” pero que “Evidentemente, escenarios de tensión grave puedan dar lugar a corralitos”. Por tanto, es una posibilidad real como ya se vio en Grecia más aún tras caer fuera del euro.
El dinero es asustadizo y huidizo. La crisis griega demostró como en apenas unos meses las entidades se quedaron sin efectivo hasta obligar la imposición de un corralito y no fue antes gracias a la línea de liquidez de emergencia (ELA) que estableció el BCE. Una Cataluña sin acceso el BCE podría tener incluso más problemas que Grecia si los depositantes deciden ir a su sucursal a sacar su dinero. El Banco de España tiene cifrados en cerca de 200.000 millones los depósitos en la región, tras una fuerte retirada de dinero la tormenta podría ser perfecta. Sin un Banco Central fuerte detrás, una fuerte retirada de dinero llevaría a Cataluña a un corralito y sus entidades a la quiebra obligando al Estado catalán a rescatarlo o en última instancia obligando a perder su dinero a los depositantes. Se incluyen los de más de 100.000 euros y también los de menos.
¿Qué pasa con la deuda?
Una Cataluña independiente debería asumir dos tipos de deudas: En primer lugar, un tanto por ciento equivalente a su peso en el PIB español de la deuda española, puesto que, sus ciudadanos se han visto favorecida por ella. En segundo lugar, la suya propia que ha contraído como la Comunidad Autónoma de Cataluña. En total, son cerca de 264.000 millones de euros una cantidad que supera ahora mismo el 130% del PIB catalán. Se trata de una carga muy pesada (Grecia pide constantemente una quita con la misma cantidad de deuda/PIB).
El problema no acaba solo en el volumen de deuda sino que está denominada en euros. En una Cataluña fuera del euro, si la Generalitat decidiera optar por tener su propia moneda (ante una devaluación del 50%, según algunos expertos) la deuda podría multiplicarse.
Aunque ese no es el único problema, una vez declarada la independencia y asumido su parte de deuda, la nueva Cataluña debería hacer frente a los pagos de los vencimientos. No quedaría más opción que pagarlos con la emisión de nueva deuda pero el tipo de interés sería probablemente insostenible. En la actualidad Cataluña se beneficia de que es el propio Estado español el que sale a los mercados y asume parte de su deuda, pero una vez independiente debería ratificarse el rating catalán. En la actualidad, la empresas de rating como Fitch estaría a la altura de bono basura (-BBB) eso significa que se le pediría un interés muy alto. En los mercados secundarios la deuda catalana ofrece un interés del 3,4% que se dispararía en el momento de decretarse la independencia.