martes, noviembre 26, 2024
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TTIP: la sigla que viene con amenaza

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Y al amanecer del pasado lunes, Obama lo consiguió: ya tiene su TTP (Tratado Transpacífico de Cooperación Económica, por sus siglas en inglés). Tras cinco días con sus noches encerrados en Atlanta, once países asiáticos han firmado un tratado de libre comercio, eso si sin China.

Este acuerdo pasa a ser un problema en la Agenda de la Unión Europea: el TTIP (Tratado Transatlántico de Cooperación Económica), que debe ser el gemelo de el asiático y constituir un balance en sus efectos, sería el siguiente en la agenda del Presidente Americano.

Pero la firma del día 6 no concluye la historia. Los parlamentos de los paises firmantes deberán ratificar el acuerdo. En Japón, Vietnam e incluso Estados Unidos la oposición es muy fuerte. Obama cuenta con los republicanos pero con la oposición de su partido (Clinton incluida), los sindicatos y algunos grupos industriales.

En el caso Europeo, la Comisión Europea tiene el mandato de negociación y la ratificación de los Parlamentos nacionales no es necesaria. Es por ello, que los grandes lobbies han presionado los contenidos del acuerdo y, como respuesta, el mundo de la “altereconomía” europea (sindicatos y movimientos sociales) han organizado jornadas de movilizaciones y marchas que coincidirán entre los próximos días 15  a 17 en Bruselas.

El Premio Nobel, Stiglitz ha tratado el TTP, y estos tratados en general, de “farsa” en un artículo publicado en vísperas de su firma. Stiglitz insiste en que los inversores, frente a la expropiación o las regulaciones discriminatoria, se defienden mediante sistemas de arbitrajes de diferencias estado-inversor (ISDS, por su sigla en inglés: investor-state dispute settlement), adquiriendo derechos para demandar a los gobiernos en el ámbito privado, incluso cuando las reglas no son discriminatorias y las ganancias se obtienen causando daños a la comunidad (por ejemplo, las famosas etiquetas de advertencia ante el tabaco).

La desaparición, precisamente, de estos sistemas de arbitraje es una de las condiciones que el Parlamento Europeo impuso a la Comisión para permitirle continuar sus negociaciones con los Estados Unidos.

En realidad, la opacidad de las negociaciones ha sido una de las causas  que ha alentado los rechazos políticos y los temores europeos: el TTIP puede afectar seriamente al modelo social europeo, lesionando algunas regulaciones como las relativas al mercado de trabajo o servicios públicos. En un artículo firmado en Estrella Digital, por Marina García Rico, el pasado el  pasado 9 de Marzo, se daba cuenta de los potenciales efectos del acuerdo, en el contexto de políticas de austeridad como las que se viven en la Unión Europea.

Las fuerzas conservadoras, sin embargo, no dejan de impulsar el acuerdo. De hecho han sido las garantes de la aprobación en el Parlamento Europeo el pasado 8 de Julio de las recomendaciones negociadoras. Es preciso recordar que aunque los parlamentos nacionales no deben ratificar el acuerdo, el Parlamento Europeo si tiene derecho de veto.

La Eurocámara no ha tenido más remedio que alterar algunas propuestas acordadas por la Comisión: el mecanismo jurídico citado, la garantía de la regulación laboral europea y el cumplimiento de los convenios de la OIT (que los USA no tienen firmados).

Cameron y Rajoy se han pronunciado favorablemente no solo por el acuerdo sino por la renacionalización de algunas regulaciones europeas, excepto en aquellos mercado donde las empresas protagonistas exigen mayores barreras de entrada; finanzas, energía o seguros, por ejemplo. Dato de relevancia en el momento en que el Reino Unido vuelve a plantearse la cuestión europea.

Los socialdemócratas se dividieron en la votación del acuerdo. La posición de los españoles fue favorable. Votaron en contra los miembros de Izquierda Plural: IU y Podemos.

El TTIP es para la mayoría de las formaciones sindicales, sociales y de la izquierda europea una sigla extraordinariamente amenazante. Las cifras que, en el actual contexto económico, se ofrecen como ventajas del comercio exterior parecen poco realistas, cuando prácticamente solo un país europeo, Alemania, concentra el superávit comercial y, más aún, las políticas monetarias europeas y americanas debilitan el papel exportador de Europa.

Por otra parte, las limitaciones europeas con países terceros son cada vez menores, como en general lo son las barreras arancelarias en el mundo, por lo que es más creíble que estos acuerdos traten de regular más derechos de propiedad que derechos comerciales. Las patentes y estos derechos de propiedad son, más que la productividad o los fundamentos económicos, los valores norteamericanos para su comercio exterior

La firma del acuerdo asiático constituye una presión sobre un proceso radicalmente opaco y poco transparente del que apenas se conocen los detalles de la negociación. Wikileaks (Assange) llegó a afrecer cien mil dólares a quien aportara la documentación. La Comisaria Europea de Comercio, Cecilia Malmström, se ha visto obligada a prometer que aportará una parte de esa documentación.

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