Es evidente por qué votaremos 'Brexit'. Somos la quinta economía más grande del mundo, el segundo actor internacional más influyente, uno de los cinco asientos titulares permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU. Exportamos té a China, pan Naan a la India, kayaks a los inuit. Hemos creado más puestos de trabajo en los últimos cinco años que los otros 27 estados en su conjunto. ¿Cuánto más grandes tenemos que ser antes de que podamos prosperar bajo nuestras propias leyes?
La Unión Europea sólo es una unión aduanera, no es un bloque regional como el TLC o Asean. Lo que hace a la UE diferente de cualquier otra asociación internacional es que legisla para sus miembros. En cualquier conflicto entre una ley parlamentaria y la decisión de una institución de Bruselas, esta última tiene prioridad. Esta supremacía legal vacía los derechos de nuestra nación. Esa legislación ha puesto a nuestro país en manos de una emigración que satura nuestros servicios públicos.
Los inmigrantes de otros países de la UE, principalmente de la Europa central y oriental, autorizados por la normativa de la UE para vivir y trabajar libremente en cualquier estado miembro, han colapsado el sistema de salud y las escuelas de Gran Bretaña. La inmigración ha enriquecido a nuestra sociedad hasta el año 2002, cuando los países del este de Europa se adhirieron a la UE y sus ciudadanos pudieron moverse y trabajar en el Reino Unido.
Hemos perdido nuestra única oportunidad para tomar decisiones sobre el nivel de inmigración de la UE y las habilidades que deben tener los trabajadores antes de venir al Reino Unido. Si salimos de la UE, tendríamos un mayor control sobre nuestras fronteras y podríamos reducir drásticamente la inmigración. Si controlamos la inmigración nuestra economía será más fuerte.
Las uniones aduaneras levantan un muro tarifario común en torno a sus miembros, que renuncian al derecho a llegar a acuerdos comerciales individuales. Gran Bretaña es uno de los dos países de la UE (de 28) que venden más al resto del mundo que a la UE. Siempre hemos estado especialmente penalizados por arancel exterior común de la UE.
A diferencia de Suiza, que goza de libre comercio con la UE, al mismo tiempo que pueden lograr acuerdos con China y otras economías en crecimiento, hay que contratar nuestra política comercial con un comisario europeo – en la actualidad, como es el caso, un ex profesor de sociología de Suecia-.
Integración más profunda
En 2006, la UE estaba recibiendo el 55 por ciento de nuestras exportaciones; el año pasado, se habían reducido al 45 por ciento. La UE, en definitiva, está respondiendo al euro y a la crisis migratoria con una con una integración más profunda. Gracias a que Gran Bretaña mantuvo su moneda y su control de pasaportes, tenemos otras opciones.
Cuando Gran Bretaña se unió en 1973, los estados que ahora constituyen la UE representaron el 36 por ciento de la economía mundial. El año pasado, fue un 17 por ciento.
Obviamente, las economías en desarrollo crecen más rápido que los avanzados, pero la UE también ha sido ampliamente superada por los Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. No es difícil ver por qué: Bruselas está más preocupada por mantener el euro como un medio para la integración política que en el bienestar de quienes tienen que utilizarlo.
Si se vota la permanencia, Bruselas verá el resultado como una capitulación. Si el 'Brexit' no triunfa habrá un impulso renovado a la integración, sobre todo en las cuotas de inmigrantes y crecerá el presupuesto.
Podemos construir una nueva relación con la UE, tomando los intereses del Reino Unido como punto de partida. Un acuerdo de libre comercio, un status como el que gozan Suiza o Noruega, que reduzca al mínimo el impacto sobre nuestras relaciones económicas y financieras.
Queremos retomar las riendas de nuestro país y la soberanía de nuestro Parlamento, evitando las injerencias de Bruselas en la legislación nacional y el exceso de regulaciones que sufre el Reino Unido.
Salir es claramente la mejor opción.
Miguel de la Balsa