Hoy es 11 de julio, CC.OO celebra el 40 aniversario de la Asamblea clandestina que celebró en Barcelona en 1976, a la que asistieron 650 delegadas y delegados de todo el país y que supuso un paso decisivo para su transformación en sindicato -su autorización fue denegada por el entonces ministro de Gobernación, Fraga Iribarne, que sería sustituido por Martín Villa unos días antes de la asamblea.
En aquellos días en los que no se asaltaban capillas sino que se usaban para celebrar Asambleas prohibidas, los sindicalistas decidían iniciar los pasos para constituir un sindicato que algunos todavía soñaban unitario.
A mediados de los sesenta, en un documento titulado «Ante el futuro del Sindicalismo», el movimiento que representaban las Comisiones había abogado por una Central Sindical Única. El viejo objetivo se podía estar convirtiendo, entre un amplio número de sindicalistas que habían crecido con esa voluntad de sindicato único, en un freno para el avance sindical en democracia.
La Asamblea debía valorar si era posible la Central Sindical Única históricamente reclamada o, siendo ya imposible, correspondía convertir el movimiento sociopolítico en sindicato.En el momento de la Asamblea, La UGT ya había sido legalizada; CC.OO recibía, uno tras otro, mensajes de que nunca lo sería.
La transformación de movimiento político en Sindicato es la que se decidió en Barcelona. Comisiones no sería legal hasta la primavera del año siguiente y pondría en marcha la constitución de un sindicato de masas a partir de Septiembre de 1977.
Como resulta que las transiciones no se otorgan, a pesar de modernas teorías, sino que se conquistan, las Comisiones Obreras que sobrevivieron al franquismo, a Arias Navarro y a las presiones de los restos franquistas, acabaron siendo el primer Sindicato del país.
Acudía a aquella Asamblea el activo sindical de las Comisiones Obreras con un legado de tortura, muerte y cárcel tras haber sido, desde finales de los cincuenta, columna vertebral de la oposición al franquismo.
El Consejo Confederal del Sindicato se reunirá en la misma iglesia de Sant Medir donde tuvo lugar la asamblea con un único punto de orden del día: la convocatoria del 11º Congreso, que se celebrará a finales de junio de 2017. Un Congreso que se presume decisivo en la estrategia de «repensar el sindicato» impulsada por la actual dirección sindical.
Por la tarde, se recordará en un acto institucional la celebración de la Asamblea. Al final es bastante probable que entonen la internacional. Aquellos y aquellas que entonces no levantaban el puño para hacerse un selfi, recordarán los días en que hacer sindicalismo costaba la libertad y, a veces, la vida. Pero ya se sabe, los sindicatos no nacieron para la vida muelle.
Miguel de la Balsa