El electoralismo nos condenó y la situación política europea y española nos ha salvado de un mayor disgusto. Bruselas ha mostrado, eso sí, su enojo por las medidas fiscales de carácter preelectoral que no solo permitieron un déficit desmedido en 2015 sino que han lastrado las cuentas de 2016, a golpe de mayor déficit, que no deja de crecer empujado por la rotunda caída de las recaudaciones pero no ha echado leña al fuego.
Sin sanción pero con déficit excesivo
Hacienda publicó ayer los datos de déficit público hasta mayo de la Administración Central, las comunidades autónomas y la Seguridad Social. En conjunto, registraron un déficit del 2,32% del PIB, un porcentaje superior al 2,13% registrado un año antes.
La recaudación del IRPF fue en el primer semestre un 4,7% menos que hace un año. Los bajos salarios y la reducción preelectoral de tipos hace que la creación de empleo no sea suficiente para evitar la caída de recaudación. El agujero presupuestario más relevante corresponde al impuesto de sociedades que no aporta nada al presupuesto.
Por el contrario, el impuesto sobre el valor añadido y los impuestos especiales, ligados al repunte del consumo y al esfuerzo de las familias, funcionan mejor: crecen un 4,3% y un 4,2%, respectivamente, aunque no compensan la caída de renta y sociedades.
A pesar de estas cifras, el Ministro de Economía persistía ayer en el objetivo del tres por ciento para 2017. Cifras que parecen una ensoñación, cuando la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal llega a hablar de desviaciones, en 2016, próximas al 4,7%. Las cifras conocidas ayer caminan en esa dirección.
Política y déficit
La incapacidad de la política española para salir del gobierno en funciones que nos tiene atrapados en un bucle se ha sumado a las inseguridades de la economía europea, en la que se añaden a Brexit, terrorismo y amenazas en los mercados emergentes y de materias primas, las persistentes dificultades del sistema financiero.
En ese contexto, la austeridad que siguen defendiendo los halcones económicos no sólo carece de sentido sino que amenazan al conjunto de la Unión. La Comisión se ha puesto a hacer política que, en realidad es lo que gusta en Bruselas. En periodos de crisis la Unión saca su alma de «lleguemos al borde del precipicio» que siempre le caracterizó.
Entre los más duros y los más blandos se ha trajinado una no multa, así que nada la ejemplaridad que pedían los halcones y no ahogan, según los blandos, animados por italianos y franceses por aquello de las barbas peladas del vecino.
El caso es que sea un país en riesgo de recesión como es Portugal o España, donde los recortes podrían lesionar el gasto de las familias que está manteniendo la actividad económica, el mapa europeo no está para líos. Nunca la geopolítica determinó tanto las decisiones ni el miedo a los populismos de todo tipo orientó tanto la política europea. drague en la sala de máquinas y la política al mando. ¿Nuevos tiempos?
Estas, y que se considera este un año perdido, son las razones que han llevado a ampliar, por otro lado, en dos años el plazo para retornar al tres por ciento en el límite de déficit público.
En incumplimiento permanente
Los incumplimientos presupuestarios españoles vienen de lejos. En 2009, durante el segundo Gobierno Zapatero, la Comisión, decidió declarar la existencia de un déficit excesivo en España. Y por ello, remitió una recomendación para que se corrigiese en 2012. Desde entonces, otras tres recomendaciones se han producido, todas ellas incumplidas.
La decisión es una buena noticia para De Guindos y Rajoy que se enfrentaban a una multa de 2.160 millones de euros. La nueva senda fiscal (4,6% del PIB en 2016; 3,1% en 2017 y 2,2% en 2018) exime al Gobierno en funciones de adoptar medidas este año y deja el grueso del ajuste para 2017 y 2018. Aunque el agujero fiscal a reducir entre este ejercicio y el que viene es de 16.500 millones de euros.
Bruselas sabe que será difícil que España presente antes del 16 de octubre medidas de calado y ha decidido poner política donde antes ponía reglas. La austeridad se relaja pero advertidos quedamos: nada es gratis.
Pierre Moscovici, Comisario de Asuntos Económicos, ha argumentado que los recortes no pueden ser ignorados. Así que los esfuerzos de la ciudadanía, por esta vez, han servido. En suma, tras el Brexit y la cadena de atentados todo es política.
Miguel de la Balsa