Más de 350.000 visitantes ansiosos por consumir y por contribuir con su gasto a la recaudación fiscal y una cifra total de inversión en infraestructuras que superará los 7.100 millones de dólares. Esos son los cálculos realizados por la agencia de calificación crediticia Moody’s, que acaba de publicar una estimación del impacto que los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tendrán sobre la maltrecha economía brasileña.
La cifra en gastos de infraestructuras se equipara a la del total que supuso la Copa del Mundo de Fútbol que celebró el mismo país en el año 2014 en 12 de las ciudades brasileñas que fueron sede del campeonato y que supuso una gran inyección económica para Brasil.
No obstante, según expone Caixabank en su blog, Moody´s prevé que el evento deportivo ofrecerá a la ciudad de acogida mejoras «limitadas» en su economía. El motivo es que serán duraderas en el tiempo en cuanto a infraestructuras se refiere, pero temporales sobre los ingresos tributarios. De hecho, una vez finalizados los juegos, el país volverá a la recesión económica en la que se encuentra y de la que hizo manifiesto a principios de este año cuando el Estado de Rio de Janeiro se declaró en estado de colapso económico y lanzó el grito de socorro para poder hacer frente a los gastos derivados de los juegos.
El pueblo brasileño, que ha trabajado a un ritmo frenético estos últimos meses, se ha pronunciado sobre el impacto que tendrá la competición más importante del mundo. Más de la mitad de los ciudadanos, concretamente el 63% de la población, opina que traerán mas perjuicios que beneficios, según una encuesta realizada por la empresa Datafolha. A este porcentaje se suma, además, el 53% que afirma no tener ningún tipo de interés por la cita olímpica.
Un auténtico despliegue económico y deportivo que a escasos tres días para el pistoletazo de salida viene acompañado de continuas noticias negativas que salen de Río. Y es que la competición no llega en el mejor momento para la ciudad anfitriona. A la recesión económica se suma la difícil situación política, el aumento de la delincuencia y la alarma por el virus Zika, que preocupa a todos los asistentes pero que aun así no ha impedido que los más de 10.500 deportistas hayan puesto rumbo a su sueño.
Beatriz Jiménez