La depresión y la desconfianza se instala en la economía española, a pesar del agosto de hoteles llenos y turistas gastando dinero. Sin duda, la situación política ha acabado haciendo mella en las expectativas de los españoles. Su pesimismo sobre el futuro puede no sostenerse en los números paro revela un ánimo social que, sin duda, puede acabar afectando a nuestra economía.
El ICC del mes de septiembre se sitúa en 91 puntos, 6,3 puntos por debajo del dato del mes anterior. Este notable retroceso se produce tanto por una peor valoración de la situación actual como por el descenso de las expectativas, en ambos casos la caída alcanza los citados 6,3 puntos. Hay que recordar que este índice valora el pesimismo por debajo de 100 puntos, y optimismo por encima.
En relación al mes de septiembre del pasado año la evolución también es negativa; el descenso alcanza los 15,1 puntos, con pérdidas superiores en las expectativas (16,8 puntos) frente a la evolución en términos absolutos para la valoración de la situación actual, que desciende 13,4 puntos. De hecho, hay que retroceder hasta finales del año 2013 para encontrar un índice tan bajo de confianza, lo que acrecienta, probablemente, la sensación de tiempo perdido
Los distintos componentes de las expectativas, son negativos pero con diferente calado: la valoración de la evolución general de la economía es notablemente peor y cae 8,8 puntos en este último mes, la percepción de las posibilidades del mercado de trabajo retrocede de forma algo más moderada (-6,6 puntos), mientras que la valoración de la situación de los hogares vuelve a aparecer como el componente más estable y ofrece un retroceso más limitado, -3,4 puntos, en los últimos 30 días.
Las familias anuncian que no van a ahorrar, se observa un descenso notable de las expectativas de ahorro (-5,4 puntos) pero, también, que no van a poder aumentar su consumo. El empleo es muy determinante en el comportamiento de estos indicadores. Solo un tercio de las familias españolas tienen a sus integrantes trabajando.
El número de hombres y mujeres a los que les va bien es muy similar, pero son más las mujeres pesimistas. Las tasas de optimismo son superiores en las edades más jóvenes y les va peor a los mayores. Los jóvenes consideran que en el futuro podrán vivir del ahorro familiar mientras a los mayores no les llega empleo.
Quienes declaran que las cosas les han ido mejor, debido a que tienen más ahorros y más empleo, son los votantes de Podemos. Los votantes de Podemos, En Comú y Ciudadanos son los que más compran vehículos, electrodomésticos o muebles. Por el contrario, les va peor a los votantes socialistas porque tienen menos empleo y sufren más el nivel de precios.
Los más optimistas sobre el futuro son los votantes del PP y Ciudadanos, aunque no alcanza en ningún caso la mitad de su electorado, mientras el pesimismo tiene más peso en la izquierda: apenas una cuarta parte de su electorado cree que las cosas irán mejor.
Miguel de la Balsa