Abandonen la bucólica imagen del cochino ibérico, buscando en la dehesa su bellota. Una guerra sin cuartel se juega en las dehesas y, más sutilmente, en los libros que deben guardar la genealogía de los guarros. El Diputado Toní Cantó ha formulado algunas preguntas que, al decir de los expertos del sector, el Gobierno ha respondido con escaso tino y, lo que es peor, mostrando algunas cartas marcadas.
El Ibérico
Si nos fijamos solo en la raza, los jamones ibéricos pueden ser puros –descienden de cerdos inscritos en el Libro Genealógico de la Raza Porcina Ibérica– y cruzados que son los que están mezclados con una raza foránea, como puede ser la raza Duroc, la más extensa en el mercado.
Si hablamos de la alimentación del bicho, tenemos ibérico de bellota, o el de cebo de campo y de cebo. El de bellota ha sido alimentados con bellota en las dehesas (en la última fase). Los otros se alimentan de pienso, y son los más interesantes para los intereses comerciales de los criadores de ganado con pienso. El de cebo, come únicamente pienso en régimen intensivo y pasa su corta vida estabulado en verdaderas factorías industriales.
Y es aquí donde nace, estimados y estimadas lectoras el conflicto, Así, el jamón de bellota tiene un brillo y una textura ajena al cebo de pienso con menos sabor. El cruce devalúa la calidad pero no el valor comercial, cuestión esta que viene garantizada por la palabra ibérico en todas las etiquetas.
Tres millones de hectáreas de dehesas en España y cinco millones de jamones ibéricos al año tienen la culpa del follón que cruza el sector. El cruce dispara la producción y crea un producto que se vende fetén. El problema, es que pasa con la genealogía y la pureza de la raza. Y aquí es donde vuela la imaginación comercial y el lío legal
El Tribunal Supremo ha emitido sentencia para dejar claro lo que es un cerdo de la autóctona raza ibérica, “(…) la indicación de raza ibérica es un componente obligatorio de la denominación de venta, y la raza ibérica no puede ser más que la correspondiente a un tipo racial determinado, no a su cruce con otros tipos raciales (…)”.
La poco inocente pregunta del Diputado y el libro genealógico
Nada más iniciarse la legislatura, el diputado de Ciudadanos planteó una pregunta nada inocente al Gobierno: ¿Se estaba incumpliendo las normas zootécnicas que se deben practicar?. Cantó sospecha que si y, más aún, de toda esta millonaria cabaña de ejemplares cruzados cuyos elaborados cárnicos circulan libremente por el mercado bajo la etiqueta comercial de ibéricos.
Podrá parecerles broma, pero no lo es. El control de nuestra “pata negra” depende de un libro genealógico que gestiona, en régimen de total monopolio, la Asociación Española de Criadores de Cerdo Ibérico, [AECERIBER].
Este libro de registro tiene por finalidad –según estipula la normativa Comunitaria y Nacional al respecto- asentar y registrar todos los ejemplares porcinos de la raza ibérica que manifiesten un 100% de pureza genética, cuyos progenitores sean igualmente de raza pura y figuren previamente inscritos en dicho archivo censal.
El lobby del pienso intensivo y el blanqueo de los cruces
Hay muchos intereses en juego bajo la etiqueta de ibérico. Sin ir más lejos, sospechan algunos productores, y desde luego el diputado, que una vez la Unión Europea aprobó el proyecto-borrador original, el ministerio de agricultura ha adoptado medidas administrativas –sin sustento jurídico- que permiten ir más allá de lo tolerable en lo que se refiere tanto a la certificación de la pureza genética como a los procedimientos zootécnicos de control de los animales cruzados entre la raza ibérica y la duroc, en favor del poderoso lobby del cerdo intensivo y engordado exclusivamente con pienso.
Así las cosas, el gobierno habría estado blanqueando este tipo de cruzamientos a espaldas de la reglamentación aprobada originalmente por la Unión Europea.
El Ejecutivo niega que se haya retocado la normativa a espaldas de Bruselas y rechaza de igual modo la existencia de un programa de hibridación entre la raza ibérica y la Duroc (raza a la que se acusa de cruzarse con la ibérica, por puros intereses económicos)
Lo que si parece, en todo caso, es que el Ministerio de Agricultura ha creado una especie de limbo legal para los cruces genéticos
El Gobierno asegura que la normativa comunitaria da cobertura legal a los programas de hibridación de las razas porcinas selectas integradas en España, como son la Landrace, Large White, Pietrain y Duroc. Sin embargo, el Ejecutivo precisa que los cruces entre Ibérico y Duroc no están regulados –sospechosa y paradójicamente- por la misma normativa. El cruce entre Ibérico y Duroc es el que constituye el grueso de la producción mercantilizada bajo la denominación comercial y racial de ibérico.
Aducen los críticos de las políticas gubernamentales que la solución muñida por el Ministerio de Tejerina, para camuflar y canalizar esta serie de cambalaches pasa por adjudicar a la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico, ASICI, el control y el registro de los ejemplares cruzados y la verificación de las instalaciones en las que se alojan.
Sospechosa cuestión pues, denuncian en el sector, ya que la práctica totalidad de los miembros que integran la junta directiva de la corporación adjudicataria están dedicados a la cría y engorde de esta millonaria raza sintética de cochinos cruzados con fines comerciales, y para rizar aún más el rizo de la infracción, añádase a ello el hecho de que ASICI no está constituida y acreditada como una organización ganadera o de cría, puesto que únicamente figura reconocida y registrada por el Mapama como una asociación interprofesional agroalimentaria sin ánimo de lucro, que tiene como principal razón de su existencia, la defensa del cerdo de raza ibérica pura.
Hay algo oscuro en el mundo de la «pata negra»
Miguel de la Balsa