martes, septiembre 24, 2024
- Publicidad -

¿Y si los «guiris» no son culpables?

No te pierdas...

Unas veces sostenidos en verdaderas incomodidades, otras en datos que revelan que el turismo no siempre genera un modelo económico que provea la extensión de riqueza, crecen los síntomas de rechazo turístico.

Pero la responsabilidad puede no ser de los “guiris”. Los llamados comportamientos “incívicos” son muy minoritarios – en términos globales- y no constituyen el problema. Los planificadores urbanos se han visto sorprendidos por perversos efectos de la ausencia de regulación

El Ayuntamiento de Barcelona y el INE han venido esta semana a alentar la discusión

Los barceloneses sitúan, por primera vez, el turismo como el principal problema de la ciudad, por delante del paro y las condiciones de trabajo, según el Barómetro Semestral de Barcelona. Un 19 % de los encuestados considera que el turismo es el problema más grave de la ciudad y un 12,4 % cree que lo son el paro y las condiciones de trabajo.

Los indicadores urbanos del INE indican que un mayor peso turístico de una ciudad no garantiza por sí mismo niveles de renta más elevados. Benidorm es el paradigma de un modelo turístico no generador de riqueza: siendo la tercera ciudad de España, tanto en pernoctaciones como en recursos hoteleros, ocupa el octavo lugar por la cola, en términos de renta de los hogares.

Pero lo mismo podría decirse de Torremolinos, Marbella y Benalmádena que, perteneciendo a las ciudades con más pernoctaciones, forman parte a las ciudades con más baja renta, entre las 126 analizadas por el INE.

Importancia y modelo turístico

El turismo es la industria capital de la economía española. Este año superaremos la cifra de los ochenta millones de visitantes extranjeros. Tiene un peso fundamental en la economía y el empleo nacionales. España es el tercer destino turístico mundial y representa más del 11% del Producto Interior Bruto en España y el 13% del empleo total, y la tendencia es a seguir creciendo. Su estacionalidad es abrumadora, los meses de verano,  

Pero también es evidente que puede tener efectos no deseados que rebajan la calidad de vida de los ciudadanos en los destinos más turísticos o determina un modelo laboral y social precario que tiende a asociarse al turismo.

Puede que “los guiris” no sean los culpables de la ausencia de regulación urbana en aspectos fundamentales. Pero, sin duda, a medida que se retrase la regulación serán percibidos como amenaza.

Ocurre en Barcelona, como en casi todas las otras ciudades turísticas: la percepción sobra la bondad del turismo es inferior a la de hace tan solo cinco años. Por decirlo de otro modo, el turismo que nos ayudó a superar la crisis, se convierte en una losa para mucha gente una vez cumplida su función como colchón económico.

Congestión, comportamiento y “baja calidad” son los argumentos que se escuchan. Sin embargo, los instrumentos reguladores a nuestro alcance son posibles, requieren estrategia y consenso, según los analistas

Consenso entre las distintas administraciones para combinar mejor los grandes flujos de turistas con la vida diaria de los residentes de las ciudades. Presencia del tturista y convivencia son objetivos deseables, fuera de la turismofobia que parece crecer, política e incluso en la teoría de los planificadores urbanos.

Identidad y cultura popular

Tanto en Barcelona como en Madrid, ha empezado a construirse un discurso basado en la idea de 'preservar los barrios' y 'la cultura popular'. Se supone que la vida sedentaria de ciudadanos y ciudadanas generan externalidades culturales  que el sector público debiera, se dice proteger. Esa es una opción ideológica, más que reguladora o de política turística.

No parece que esta sea la clave de la regulación. Las ciudades españolas han vivido diversos procesos de expulsión de las poblaciones tradicionales, la única diferencia es el carácter flotante de la población turística, y especialmente, la incapacidad de regular su presencia.

El turismo irregular

Más de once millones de turistas extranjeros declaran en frontera “visitar a familias y amigos”. No somos tan amigables, los españoles y españolas. Se trata de visitantes que ocupan nuestras viviendas, en la mayor parte de los casos en economía irregular. La organización de días que un domicilio puede alquilarse, el número de vivienda turística y la coherente política hotelera son elementos que las ciudades españolas no han abordado. No se puede prohibir todo a la vez, dicen los expertos

Lo impuestos y la congestión urbana

Los impuestos para que el turismo pague los costes de las externalidades negativas existen y se aplican, por ejemplo en Barcelona. Sin embargo, se producen dos fenómenos: una baja cuantía y la elusión por parte de los que alquilan vivienda turística, más si es irregular.

Ciudadanos y ciudadanas pagan con su IBI (y los ingresos que derivan del IRPF, especialmente en las grandes ciudades)  el servicio público urbano. Los turistas, básicamente, pagan el IVA asociado a su consumo que no se destina al servicio público. Ajustar el impuesto o regular su contribución vinculada a la sostenibilidad es una necesidad.

El negocio de baja calidad

El concepto de «negocio de baja calidad» – desde el consumo de alcohol  a vida nocturna- resume el desprecio a una pare del mercado turístico. No existen, dicen en el sector, negocios de calidad o sin calidad, sino «legales» o «ilegales» y los «ilegales» se deben perseguir.

El gueto low cost

Los espacios, a veces barrios enteros, de turismo low cost no pueden ser generalizables. Su rentabilidad a corto plazo esta reñida con la sostenibilidad de la actividad. Los llamados “parques temáticos” del “turismo de sol, alcohol y noche” están reñidos con la habitabilidad y se apoyan en una gravosa estacionalidad.

La vivienda

La presión y el crecimiento turístico de los últimos cinco años se corresponde con un cambio en la política de vivienda de los últimos años (la demanda de alquiler) y las dificultades del sector para ofrecer vivienda asequible. El precio del alquiler se ha disparado, pero no se puede convertir en social toda vivienda que se alquila a los turistas –esa estrategia ya ha fracasado en Barcelona-.

En suma, ha sido la dificultad de las ciudades o la falta de voluntad política para regular lo que ha dejado un terreno en el que priman los costes. EL turismo es una industria capital, su protección requiere una regulación que lo haga compatible con la vida urbana. 

Miguel de la Balsa

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -