El carbón es el pasado y el litio el próximo futuro. La Unión Europea confirió en 2010 al litio el carácter de materia prima crítica y estratégica. España podría ser, con las reservas detectadas en Cáceres, la primera productora de Europa. La oposición local y la falta de estrategia española lo impiden.
Como sociedad de sol, paraíso y balneario, en España no deseamos nucleares, pero no nos importa que se importe energía nuclear francesa. Tenemos pasión por las baterías para nuestros cachivaches electrónicos, pero siempre habrá alguna ciudad sudamericana o china que padezca la minería del litio.
Eso sí; nos encanta el carbón, faltaría más, y nos compraríamos coches eléctricos si no fueran caros, naturalmente.
Hasta que aparezca algún descubrimiento disruptivo, lo que no parece probable a corto plazo, las próximas décadas serán protagonizadas por el litio, un mercado incapaz de satisfacer la demanda, especialmente las de los coches eléctricos.
El pasado es el carbón, el futuro el litio
La importancia del litio es comparable solo con la que en el pasado tuvo el carbón. A diferencia del carbón que es una fuente de energía y se consume, el litio se convertirá en el primer sistema de almacenaje de energía en el futuro más próximo.
Los diferentes productos derivados del litio (industrial, técnico y baterías) han tenido en el pasado, como ahora, diferentes usos, desde la farmacia a la cerámica, desde los lubricantes al aluminio, pero su futuro viene determinado por ser el componente esencial de las baterías.
España está fuera de la producción de litio. Según las cifras que aporta el Instituto Geológico Minero, desde 2011 no hay producción en España. La última producción nacional de litio procedió de la Mina Feli, en la Fregeneda (Salamanca), propiedad de Minera del Duero. La producción se destinaba, fundamentalmente, a la cerámica y esmaltes.
Según las últimas investigaciones realizadas en esa fecha, disponíamos en España de un millón de toneladas de distintas materias primas en Salamanca, Cáceres. Badajoz y Pontevedra. Desde 2010, España depende de la importación en el 100% de su consumo.
Un Oligopolio falto de trasparencia
En estos momentos, afirma el informe anual del fondo suizo Swiss Resorce Capital AG, el 80% de la producción de litio se concentra en tres países sudamericanos y es controlada por cuatro grandes empresas: Albemarle, SQM,FMC y Tianqui.
Un mercado falto de toda trasparencia por lo que los grandes demandantes – empresas de telefonía y electrodomésticos y, especialmente, Tesla – buscan pequeños productores a lo largo de todo el mundo que garanticen la demanda a largo plazo. Un hecho que ha abierto nuevos mercados en Estados Unidos, Australia, Canada o Mexico.
La incapacidad del actual mercado para cubrir la demanda no ha hecho sino aumentar los precios. En 2015, una tonelada de litio para baterías podía comprarse a 6000 dólares; en estos momentos se está pagando a 20.000 y solo si entran nuevas producciones en el mercado se espera un precio medio de 12.000. Unos precios que garantizan a los productores rentabilidades del 100% ya que la extracción de una tonelada podría suponer un coste de seis mil euros.
La renuncia de Cáceres
La Sociedad Tecnológica Extremeña del Litio (sociedad participada por la española Sacyr y por la australiana Plymouth Mineral, con la colaboración de un socio Chino) ha intentado explotar una mina a cielo abierto en Cáceres, proyecto paralizado por la oposición vecinal al cielo abierto y por contradecir, según las autoridades, la orientación al turismo de calidad y la innovación de la ciudad.
Según los sondeos, la mina tiene una reservas de unas 15 mil toneladas que se extraerían a un ritmo anual de mil toneladas, durante dieciséis años. Esta cifra convertiría a España en el primer productor europeo.
Asia y Tesla
El mercado actual es incapaz, como se ha dicho de satisfacer la demanda del mercado.
Los mercados electrónicos asiáticos, los coches eléctricos y la necesidad de acumuladores en la industria fotovoltáica serán los determinantes de la demanda del futuro. El informe citado estima que en los próximos cinco años la demanda se multiplicará por dos.
En España nos gusta la energía fotovoiltáica, pero nos gusta más que la minería la hagan en Sudamérica o en China.
Miguel de la Balsa