sábado, noviembre 23, 2024
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Los controladores aéreos se llenan de razones

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Enaire y los controladores aéreos del Centro de Control de Barcelona están a punto de romper negociaciones. Un conflicto que viene de lejos, tras que la compañía pública aprovechara las decisiones “nacionalizadoras” del ministro José Blanco, ninguna de las cuales por cierto ha sido sustanciada en los tribunales, para reducir salarios, calidad de trabajo y recursos laborales.

Barcelona hace tiempo que no cuenta con los profesionales necesarios para abordar con garantías la campaña estival y ha emplazado al gestor del espacio aéreo del que dependen a poner soluciones. EL aumento de tráfico aéreo en Barcelona, ha ido acompañado de reducciones de recursos humanos.

Los sindicatos consideran la realización de paros de 24 horas a partir del 20 de junio.

El Centro de Control de Barcelona coordina todos los vuelos del arco mediterráneo, por lo que una huelga en unas fechas como las estivales tendría sumo impacto en un sector como el turismo, muy relevante para la zona y muy dependiente del sector aéreo.

El temor del Gobierno es que el conflicto de Barcelona se extienda a otros aeropuertos nacionales que padecen problemas similares como el de Palma de Mallorca o los de las Islas Canarias.

Los controladores aéreos vienen señalando con persistencia que en estos lugares se viven situaciones parecidas a las de Barcelona, fundamentalmente,  escasez de personal para el creciente tráfico que se viene registrando desde que España salió de la crisis.

En el caso de Canarias, el tráfico en sus aeropuertos –Gran Canaria, Tenerife Sur, Tenerife Norte, Lanzarote, Fuerteventura, La Palma, La Gomera, y el Hierro– subió en los tres primeros meses del año un 7,4%, mientras que en Palma de Mallorca lo hizo un 11,6%. 

El temor de los controladores es que, si se cumplen las previsiones de verano, sea imposible gestionar la programación.

En las conversaciones que han iniciado los controladores, el punto de partida es que no hay personal suficiente para abordar el incremento de tráfico. Los turnos laborales excepcionales –seis de trabajo y dos libres– se han convertido en la norma.

Además, Enaire está incumpliendo el descanso del 25% de la jornada laboral que estipula la ley, con los consiguientes excesos de fatiga y riesgo para las operaciones.

Los controladores advierten que no se trata de gestión empresarial sino de seguridad aérea. La sobrecarga de trabajo de la plantilla de controladores tiene repercusiones negativas muy graves para el sector aéreo.

USCA considera que los actuales turnos de trabajo están rozando el límite de lo establecido por la normativa y por el convenio laboral. Según éste, los controladores aéreos deberían tener cinco días de trabajo y tres de descanso, pero el sindicato asegura que, en la práctica, se está trabajando seis días y librando sólo dos.

Por otro lado, las últimas incorporaciones de personal han sido insuficientes para hacer frente al incremento del tráfico aéreo

El Prat hacia la crisis

El Prat va camino de superar el récord de los 47,2 millones de pasajeros alcanzados en 2017 porque, para verano, las aerolíneas han anunciado más asientos a la venta y más actividad.

Durante diez años el gestor público no ha sacado ninguna convocatorial de puestos de trabajo y las lazadas para este verano no resolverán ningún problema a corto plazo porque la formación y el proceso de habilitación dura casi dos años.

Con una media 68 movimientos por hora, el aeropuerto de la capital catalana podría crecer hasta los 72, según Aena. Los controladores advierten que Aena esta esprimiendo la naranja al límite y no deja de ofertar slots por encima de las capacidades reales de la instalación y del personal.

En la torre de control de El Prat hay 70 controladores y en el centro de control aéreo de Gavà, que supervisa el tráfico de Reus y Girona, trabajan otros 400. Realizan turnos de ocho horas y, supuestamente, enlazan cinco días laborables por tres de descanso. Pero Enaire recurre a menudo a lo que se conoce como “jornada irregular”: recortar un día de descanso para cubrir huecos en los turnos de más actividad.

 

 

 

Miguel de la Balsa

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