En Euskadi se permitió abrir los bares este pasado sábado, excepto en aquellas localidades en las que la tasa de incidencia de casos positivos por Covid-19 sea superior a 500 por cada 100.000 habitantes, como es el caso de Ermua.
Arronategi considera esta decisión injusta y por eso se ha encerrado en su bar, según ha explicado a EFE-TV: «Es una medida arbitraria y está tomada desde el desconocimiento de lo que es la hostelería. Estamos al límite, estamos asfixiados, endeudados, sin recursos y la decisión es injusta».
«Si, como dicen, no somos los culpables, queremos un rescate e indemnizaciones por cada día que no trabajemos. No queremos ayudas», ha destacado.
Junto con el encierro, que llevará a cabo de manera indefinida, se están recogiendo firmas para buscar una mayor repercusión. «Queremos hacernos oír. No queremos que nos quiten la dignidad que nos queda», ha subrayado.
Arronategi se ha mostrado «emocionado» por el apoyo que está recibiendo de la gente y «enfadado con quienes toman las decisiones de las que dependen nuestras vidas».
Otros hosteleros de Ermua, como Yoli Corrales, propietaria del bar Amatxi, han lamentado que «se trate al sector de la hostelería «como cualquier cosa».
«Se puede ir a otro pueblo a consumir, a llevar el virus o a traerlo, pero nosotros cerrados, sin trabajar y sin recibir ayudas. Es lamentable que los del Gobierno estén jugando con nuestros salarios. La hostelería no es un juego», ha concluido Corrales.
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