El negocio de la muerte no es el que más se ha encarecido con la subida galopante de la inflación. Los servicios funerarios cuestan ahora un 2,6% más que hace un año, según el INE, cuando el IPC ha subido de media un 8,9%. No obstante, morirse no está para lujos.
Si sumamos los costes del velatorio, el ataúd, la inhumación o incineración, además de flores, coche, esquelas, etc. el precio se puede disparar. El último estudio de la OCU (de 2021) revela que, de media, un entierro sencillo supera los 3.700 euros. Si le añadimos la subida del IPC el coste se dispara a los 3.800 euros.
De los costes del servicio funerario, el féretro, arca o ataúd es el apartado más caro: un modelo común, sin lujos especiales, cuesta entre 600 y 1.300 euros, pero la media ronda unos 1.200 euros.
Lo que marca la diferencia es el precio del cementerio: desde la inhumación a las tasas por el alquiler, la media puede suponer casi 650 euros. El alquiler del tanatorio por 24 horas en 2021 costaba 546 euros.
Habitualmente el servicio de cementerio incluye dos conceptos: servicio de inhumación y el coste de la unidad de enterramiento, pero algunos ayuntamientos exigen el pago de tasas adicionales relacionadas con el mantenimiento, movimiento de lápidas, etc.
No todos los cementerios ofrecen la posibilidad del crematorio. Este tipo de servicios es ya elegido en más del 40% de las defunciones. Una incineración cuesta, de media, 547 euros.
Poner esquelas en los periódicos suma otros 319 euros, mientras que el coche fúnebre y el personal tienen un coste de 211 y 291 euros respectivamente. Las flores son otro gasto que puede ascender a 186 euros, mientras que por los trámites y gestiones se debe desembolsar hasta 200 euros.