Aunque España continúa siendo uno de los países de la Unión Europea con la tasa de inflación general más baja, el crecimiento de la misma aceleró durante febrero, situándola en 6,1%. La inflación subyacente también creció, y lo hizo hasta alcanzar el 7,7% interanual, todo un récord histórico que supera a los registros que se tenían hasta el momento.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) cambió a principios de año su metodología de cálculo del Índice de Precios al Consumo (IPC), incluyendo elementos como la evolución de los precios en el mercado libre de electricidad y la ponderación de bienes y servicios consumidos con respecto al total de gastos de los consumidores.
Con el nuevo método, el IPC subió un 5,9% en comparación interanual en enero, y la inflación subyacente un 7,5%, aunque en comparación mensual ambos datos bajaron dos décimas.
Al compararse elementos diferentes, los datos de 2023 no son del todo comparables con los de 2022, pero el nuevo sistema permite ver con más claridad la fluctuación de los precios de un mes a otro.
Los precios subieron en febrero un 6,1%
En febrero, los precios subieron un 6,1% en comparación interanual y un 1% en comparación con el mes de enero, una situación muy similar a la que se ha producido en otros países de Europa.
Según el INE, el incremento se debe, principalmente, a la subida de los precios de la electricidad y al de los alimentos y las bebidas no alcohólicas.
A pesar de las fluctuaciones, los especialistas afirman que la tasa de inflación general ha emprendido el camino de la moderación. En agosto de 2022 estaba en un 10,5%, y en diciembre estaba varios puntos por debajo, en un 5,7%.
Desde finales de 2022 hasta febrero de este año el IPC ha repuntado ligeramente hasta situarse en el 6,1%, pero el indicador que verdaderamente preocupa ahora es el de la inflación subyacente.
La inflación subyacente bate récords
La inflación subyacente se considera como un método más efectivo para registrar las variaciones de los precios, porque excluye la energía y los alimentos no procesados, al considerar que su precio es mucho más volátil.
En agosto de 2022, el mes en el que la tasa general de inflación estaba en su peor momento, la inflación subyacente estaba en un 6,4% en comparación interanual. En febrero de 2023, la inflación subyacente ha subido hasta el 7,7%, un dato tan alto que no se había registrado en los últimos 40 años.
Previsible subida de los tipos de interés
El Banco Central Europeo (BCE) ya advirtió hace unos meses que su intención era volver a subir los tipos de interés, algo que continuará haciendo mientras la inflación no se modere.
La escalada de la inflación subyacente permite predecir nuevas subidas de tipos de interés por parte del BCE, ya que este es el indicador clave que más interesa al organismo. Si la tasa de inflación general baja, pero la inflación subyacente no lo hace, se van a seguir aplicando medidas.
Los expertos creen que los tipos acabarán subiendo más de lo esperado y que podrían llegar al 4% antes del verano, lo que encarecería el acceso a la financiación y dificultaría la obtención de hipotecas. Además, la subida de los tipos de interés empujará de nuevo hacia arriba el euríbor, incrementando la cuota mensual de quienes tienen una hipoteca referenciada a este índice.
Se discute qué medidas tomar
El constante incremento del precio de los alimentos es uno de los principales causantes de la subida de la inflación. En enero la cesta de la compra se disparó un 15,4%, lo que ha llevado al Gobierno a buscar nuevas alternativas de solución.
Todavía no hay ninguna propuesta en firme, pero se barajan posibilidades como topar o bonificar ciertos precios de algunos productos, o aplicar la rebaja del IVA a la carne y al pescado.